Esnaider cesado por teléfono

El Córdoba despidió ayer a Juan Esnáider con una llamada telefónica. Al otro lado de la línea, el vicepresidente Javier Jiménez comunicó al entrenador argentino lo que era un secreto a voces, que no seguirá en el banquillo la próxima temporada, un puesto que será ocupado por Pablo Villa. Lo que no quedó zanjado es el finiquito del contrato, ya que el técnico tenía firmado un compromiso hasta el 30 de junio de 2014. El club trató de forzar a Esnáider a que renunciara a las cantidades, algo a lo que éste se negó rotundamente, por lo que finalmente y ante la falta de acuerdo, los abogados de ambas partes quedaron en reunirse próximamente para dar definitivamente por zanjada la etapa del platense en El Arcángel.

Esnáider ya puso su cargo a disposición del presidente tras el empate ante el Huesca, un 2-2 que a falta de tres jornadas para el final también acabó con la paciencia de González, dispuesto a fulminar al técnico. El argentino explotó ante la falta de respaldo por parte del club, que pese a tener un entrenador con contrato en vigor mantenía contactos con otros técnicos, especialmente con Anquela. El adiestrador sudamericano pidió respeto y un mayor control disciplinario de la entidad sobre la plantilla en unos compases de la temporadas en los que el equipo ya había perdido cualquier objetivo clasificatorio. Pero ante la falta de respuestas, presentó su dimisión. El presidente la aceptó en primera instancia, pero inmediatamente dio marcha atrás y no sólo la rechazó, sino que esa misma semana ratificó y confirmó al entrenador con una rueda de prensa en la que vaticinó aquello de "equipo top" para la próxima campaña.

Aquello fue un brindis al sol, una decisión de cara a la galería sin visos de realidad. Las tres últimas derrotas -ante Sporting, Mirandés y Numancia- acabaron definitivamente por enrarecer el ambiente. Al mismo tiempo, la explosión de Pablo Villa al frente del filial y la ilusión que el B despertó entre el cordobesismo -perdida desde hace meses con el primer equipo- hicieron que el dueño del club diera el enésimo volantazo para colocar al madrileño al frente del primer equipo. Esnáider estaba en la calle. Ahora sólo hacía falta comunicárselo y pagarle lo estipulado, algo que el club ha intentado evitar.

Porque tras esa primera experiencia amarga con el amago de dimisión, lo que el técnico tenía claro es que no iba a renunciar a un contrato firmado hace sólo dos meses, ya que llegó al Córdoba el 8 de abril cuando sólo faltaban nueve jornadas para finalizar la competición. Ya antes, cuando comenzó la negociación para su llegada al club, Esnáider quiso constatar que el compromiso era para estos últimos nueve partidos pero también para la próxima campaña, dejando claro que la decisión de sellar ese contrato partió del club.

Fuentes cercanas al entorno del jugador reconocen su malestar por las formas utilizadas por el CCF, que ha intentado forzar una renuncia a los emolumentos comprometidos para la próxima campaña. Tras presentar una vez su dimisión, la segunda no cuela.

De esta forma, y a falta de que las partes lleguen a un acuerdo económico para zanjar la relación, el Córdoba tendrá que pagar a dos entrenadores que la próxima temporada no se sentarán en el banquillo. Berges fue destituido cuando apenas unos meses antes había sido renovado de forma unilateral por el club, y ahora ha sido Esnáider el cortado

Mención aparte merece la situación de su ayudante, Mauricio Elena, también con contrato en vigor la próxima temporada y que no ha sido despedido. El club le ha propuesto continuar en unas funciones que no están determinadas, ya sea como entrenador del filial o como nexo entre el B y la primera plantilla. En principio y siempre que acepte las condiciones, el argentino seguirá en la entidad blanquiverde, ya que su caso es independiente del de Esnáider.

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