ABURRIDOS EN EL FONDO DEL POZO.
Con menos glamour que los músicos del Titanic pero ahí andamos, haciendo rayicas de por dónde va subiendo el agua y silbando rondaderas, y ahí va la despedida... Es realmente aburrido y agotador tener que contar cada semana lo mismo o parecido así que a separar grano de paja y rapidito, en plan tirita, del tirón para que parezca que duele menos.
Que sigue la jota que si tuviese una naranja contigo la partiría y a por naranjas nos fuimos al Ciutat de Valencia y con las de la China volvimos carretera y manta para arriba. Cierto que la actitud cambió, los primeros cuarenta y cinco minutos el equipo corrió, presionó y combinó -ya sabéis que siempre hablamos con relatividad al usar esos términos, no en términos absolutos, la última vez que el Real Zaragoza combinó una jugada Messi era recogepelotas en Rosario-. Jiménez lanzó al césped a los recién llegados, alguno ni con dos días con los pies fuera del AVE, pero demostró que los fichajes eran necesarios, al menos los debutantes Apoño y Dujmovic. El primero generó las ocasiones más claras en ataque aunque se acabasen en los inútiles pies de Lafita o en la saudade de Hélder Postiga. Cerrando el rombo en la banda derecha, Apoño dio verticalidad y algo de velocidad al grupo mientras que Rubén Micael se desesperaba en el otro vértice con el balón en los pies esperando el apoyo de sus compañeros. El caballo del malo en arenas movedizas al lado de estos es Vettel, vamos, que después pusimos el Real Madrid-Athletic de Bilbao y creíamos que le habían dado al x2 en el mando de la tele. Vayamos con el otro debutante, Dujmovic, a pesar de llevar varios meses sin jugar y encontrarse realizando la pretemporada con su anterior equipo en Rusia, demostró la solidez de la que carecíamos en el pivote, jugador rocoso y al parecer con buen fondo físico que de seguro ayudará en adelante a la defensa zaragocista. Por terminar con el rombo, y nunca mejor dicho, arriba se situó Luis García cuyo valor para su fichaje era su magnífico disparo y centro a balón parado, pues ni eso, le metió aquel día dos al Espanyol y se debió de coger una depresión o un constipado y que no remonta, ni de falta ni de córner, nada.
Entre tanto el Levante seguía a lo suyo, a lanzar unos endiablados contragolpes –y poco más- con Koné que hicieron temblar al cuarteto de atrás. Con Paredes de central circunstancial pero en mejores circunstancias que el real, Da Silva, con Lanzaro de lateral derecho de pega y Obradovic desdibujado, se achicó la inundación como buenamente se pudo, aunque lo que prometía diluvio -por algo son cuartos- se quedó en cuatro gotas y Roberto, por una vez, apenas se chipió.
Oportunidades pocas se pueden contar. Hubo más en los últimos compases cuando ya se había roto el partido y cada uno hacía la guerra por su cuenta, tal y como demostró Postiga en la ocasión que podría haber dado los tres puntos al Real Zaragoza, porque se rondaba el minuto noventa cuando le llegó un balón escorado en el área chica del Levante y como buen delantero resolvió con un disparo cruzado que Juan Carlos se quedó mirando cual hembra vacuna anonadada con el trasiego de la máquinas ferroviarias. Inexplicablemente, el madrileño prefirió pedir explicaciones de por qué no le habían dado un pase antes que lanzarse a intentar colar en la portería la dichosa pelotita. Lo demás, un disparo de Apoño desde fuera del área y lo que parecían lanzamientos a puerta de Ángel Lafita. Hasta aquí.
Ángel Lafita: citando al ex presidente del Real Zaragoza se podría decir que "estamos hartos... hasta el gorro" de que se sobrevalore a un jugador mediocre -cuando quiere- por el simple hecho de ser canterano. En los viejos y sucios asientos de la Romareda le han atronado las críticas en los oídos a Rubén Gracia, Cani, posiblemente el mejor jugador que ha dado la Ciudad Deportiva en décadas. Sin embargo, las comparaciones son odiosas, en el trato y en la calidad, el uno vive de las palmaditas en el hombro porque es de la cantera, el otro tuvo que esperar a irse para que le echásemos de menos. Y como el de Torrero se fueron otros y otro hay que quedan en la sombra, pero a éste lo fuimos a buscar de propio, ¿para qué? si ni siquiera tiene la rabia de sentir suyo ese escudo y arrear si no es con calidad al menos con co...raje. Pero no es el único, porque hablando de canteranos, esfuerzos y calidades, es demencial pensar que Aranda esté cerrando el paso, el lugar que se había ganado con mucho trabajo, a Jorge Ortí. Demencial y esperpéntico pero que siga la música sonando.
Esquema nuevo, gente nueva, los cambios igual que siempre. Tiene los cien días de gracia Manolo Jiménez, en serio los tiene, sólo que al Real Zaragoza no le quedan ni cien segundos que perder y, sinceramente, parece de cachondeo o una broma de mal gusto que hasta el minuto setenta y cinco no se empiece a mover el banquillo. Cierto es que ayer la intencionalidad fue ir a por el partido, el primer cambio sacó de la cancha a Dujmovic, retrasó a Apoño al pivote y metió a Aranda en el ataque. Aranda: véase párrafo anterior. Luego, al rato, más tarde, la solución fue meter a un extremo puro en un equipo que juega sin bandas, Juan Carlos: veáse párrafo cuatro. Y cuando ya nos íbamos a la mi...rinda, a por la mirinda de limón para la cena, sacó a Zucculini. Zucculini: no miréis nada, es igual, estábamos ya en el ochenta y cuatro, al menos le echo el coraje que otros ni tienen ni demuestran pero se les atribuye con argumentos fatuos.
Hace cosa de seis meses, escribimos una preciosa crónica de un partido imposible de perder. Cada letra la recortó y pegó en el collage de la vida, cada uno de los diez mil zaragocistas que viajaron a Valencia para rescatar el naufragio. Ellos solos sacaron a todos del fondo, a jugadores, entrenadores y a ellos mismos. Imposible perder. Ahora somos los aficionados los que esperamos en el fondo del pozo a que nos icen. ¿Quién nos echa a nosotros ahora un cabo para salir? ¿quién hará imposible nuestra derrota?. Reposad, sentaos, acomodaos y esperad que el agua llene vuestros pulmones. Es rápido y no duele. Cojo pan y voy comiendo...
Ficha del partido:
Levante UD: Munúa, Javi Venta, Nano, Cabral, Del Horno, Iborra, Xavi Torres (Rafa Jordá, min. 76), Farinós, El Zhar, Rubén (Higón, min. 62) y Koné (Roger, min. 81).
Real Zaragoza: Roberto, Lanzaro, Paredes, Da Silva, Obradovic, Dujmovic (Aranda, min. 64), Apoño, Ruben Micael (Zuculini, min. 84), Lafita (Juan Carlos, min. 76), Luis García y Hélder Postiga.
Árbitro: Fernández Borbalán (comité andaluz). Sin amonestados.
Anjuel&Salduie
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