Normalmente, los dichos de la cultura popular son capaces de encerrar la más cruda de las realidades. La crónica de hoy se resumiría en aquel que dice que hay cosas que parecen bolsas, las vuelves del revés y son bolsas otra vez. A este simulacro de equipo profesional que defiende el escudo del Real Zaragoza por mucho que lo miremos de izquierda a derecha, de derecha a izquierda o de abajo a arriba, de arriba a abajo, sigue siendo lo mismo. Un conjunto pobre de ideas y de efectivos, carente de la esencia pura del fútbol que es el gol, renegado de sí mismo y rodando a trompicones en una espiral de autodestrucción.
Cuánto negativismo rondando las mentes zaragocistas. Tal vez no deberíamos ser tan vehementes, al fin y al cabo, en un encuentro donde no pensábamos a priori tener ninguna opción, tan sólo nos llevamos un gol en la mochila. Y tuvimos oportunidades, incluso nos sacudimos ligeramente el complejo de inferioridad en algunas jugadas de la primera parte. En la segunda dominamos, cierto que contra diez, pero el balón fue nuestro. Pero, al igual que el cojo denota su cojera al caminar o que el tartamudo sólo lo es al hablar, el Real Zaragoza se desnuda cuando trata de jugar al fútbol. Ese bonito equipo de laureada historia, con sus trajecitos recién estrenados y las botas relucientes, pierde las formas y se tambalea en cuanto el arbitro pita el inicio. Ni la refrescante presencia de Kevin Lacruz, ni el retorno de Il capo Contini, ni las plegarias a María Santísima Virgen del Pilar, consiguieron que pareciese un equipo de fútbol sobre el césped del Vicente Calderón.
Debutó Lanzaro, que ni bien ni mal sino todo lo contrario, intentando dar forma a la banda derecha y Ponzio recuperó un lugar -da igual cuál- en el centro de campo junto a Gabi, Ander y Kevin Lacruz. Después del gol del Atlético -pronto, muy pronto, demasiado pronto-, Leo Franco tuvo que abandonar el terreno de juego pero Toni Doblas le suplió con garantías y demostrando por qué fue una de las figuras más queridas de aquel último ascenso -hace poco, muy poco, demasiado poco-. El gol de Costa, obligó a Gay a conceder una variante táctica, modificando el 4231 inicial por un 442, en el que Lafita acompañaba a Marco Pérez en ataque. Eso y nada viene a ser lo mismo, porque ni Marco Pérez es capaz de ver portería ni el "Minino" Lafita le da profundidad al equipo.
Además, el Real Zaragoza ha decidido también desafiar las leyes de la ciencia demostrando empíricamente de 1+1 no son 2, sino 0. Veáse claro el ejemplo. En el descanso, José Aurelio Gay decide retirar a Lacruz para introducir a Sinama Pongolle. Marco Pérez y Sinama Pongolle. Un delantero más otro delantero, 1+1=0. Pero no contentos con desmontar los principios básicos de las matemáticas haciéndonos suppoters de la nulidad, también desafiamos la memoria de Isaac Newton, siendo el Sr. Pongolle la única persona -que no sólo futbolista- capaz de mandar por encima del larguero un libre indirecto dentro del área. Rizando el rizo, Don Sinama atentó contra la máxima esa que dice que nunca un hombre tropieza dos veces en la misma piedra y en la repetición de esa falta volvió a no aproximarse ni a la portería. Curioso ingenio este Real Zaragoza que no antiende a las leyes convencionales del cosmos ni de la lógica.
Ojalá esta vez la culpa fuese del entrenador. Ojalá decirle adiós sanase nuestras heridas. Pero si en el minuto 60, José Antonio Reyes vuelve a repetir la estupidez de autoexpulsarse frente a Matteo Contini tal y como lo hiciese la Liga pasada, dejando a su equipo con diez, con más de media hora por delante, con todos los efectivos atacantes zaragocistas sobre el campo, introduciendo además a Nico Bertolo quitando un defensa, si aun así lo más peligroso que es capaz de generar este equipo es un tiro desde fuera del área de Jiri Jarosik y acabas sufriendo atrás para parar los envites del Kun Agüero, ahí, querido José Aurelio, la culpa no es tuya. Ni tuya ni nuestra, ni siquiera de los jugadores. Son lo que son, son los que son.
El sábado recibiremos a la Mareona. Viene el Sporting de Gijón. Y estos humildes cronistas le piden a San Judas Tadeo, patrón de los imposibles, palabras para contarlo e ironía para aguantarlo. Se agota el diccionario a la misma velocidad que la paciencia, que ya tiene comprado un nicho junto con su hermana ilusión (DEP hace días).
Ficha del partido (as.com):
Atlético de Madrid: De Gea; Perea, Godín, Domínguez, Filipe Luis; Reyes, Assuncao, Tiago (Mario Suárez, m. 63), Simao; Forlán (Kun Agüero, m. 73) y Diego Costa (Valera, m. 81).
Real Zaragoza: Leo Franco (Toni Doblas, m. 26); Lanzaro (Nico Bertolo, m. 65), Contini, Jarosik, Obradovic; Gabi, Kevin Lacruz (Sinama Pongolle, m. 46); Ponzio, Ander Herrera, Lafita; y Marco Pérez.
Gol: 1-0, m. 20: Diego Costa culmina una buena jugada por la banda izquierda de Filipe Luis.
Árbitro: Muñiz Fernández (C. Asturiano). Expulsó con roja directa a Reyes, del Atlético de Madrid (m. 60). Amonestó a los locales Perea (m. 37), Tiago (m. 45), Assuncao (m. 54), De Gea (m. 58), Kun Agüero (m. 60) y Valera (m. 87) y a los visitantes Ponzio (m. 18), Lanzaro (m. 45) y Contini (m. 90).
Incidencias: Partido correspondiente a la quinta jornada de Liga en Primera División, disputado en el estadio Vicente Calderón ante unos 40.000 espectadores.
Anjuel&Salduie
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