Una crónica de Anjuel & Salduie
Queda un poco lejos ya el partido del pasado sábado y ahora es cuando empieza a pesar el resultado que a la postre es lo que queda del ayer. Pero hubo muchas sensaciones y muchos tangibles que comentar en estas líneas, empezando por el que da título a esta crónica: competitividad.
Pretender que un partido contra el Real Madrid o el Barça sean uno más es complicado cuando te enfrentas a los dos mejores equipos, potencialmente, de Europa, a los que más recursos tienen y mejor fama. Suelen ser puntos que en campo rival das ya por perdidos porque la estadística tozuda se empeña en demostrarte que así será. Esta vez, el pasado sábado, en Barcelona volvió a ser lo mismo, el Real Zaragoza perdió por tres goles a uno y aun así hubo algo que le dio ordinariez a ese encuentro.
Esto es, los chicos de Jiménez no tuvieron reparos en ser ellos mismos. El equipo blanquillo marcó el ritmo de su juego, no varió el esquema habitual y, por primera vez en muchos años, saltó al Camp Nou a competir por la victoria, no por el empate ni por evitar la goleada. A pesar de la defensa hecha de circunstancias, en la que tan sólo Álvaro pintaba como titular, con Goni adaptado al lateral derecha, Pinter en el centro de la defensa y Paredes en la vuelta a sus orígenes por la izquierda, los maños desplegaron oficio en esa posición tras superar unos pocos minutos de adaptación y titubeos.
Desgraciadamente, en esos primeros minutos de ajuste, Leo Messi encontró el camino del gol por primera vez. El golpe fue bien encajado por los zaragocistas que comandados por dos maestros de la táctica en el centro del campo como son Apoño y Movilla, ejemplares en ejecutar pases precisos a las posiciones adelantadas de Víctor Rodríguez o Aranda, empezaron a construir de cero con temple y queriendo mucho al balón. No menos amó la posesión del esférico Franco Zuculini que secó el carril diestro blaugrana con más corazón que otra cosa, redimiendo los errores del pasado, ejerciendo una presión que sustentó la medular maña durante toda la primera parte. Del otro lado, en la izquierda, se destapaba de nuevo Paco Montañés como un auténtico estilete, rápido, preciso, vertical y resolutivo. Fue él, Montañés, quien puso en pié a los zaragocistas al grito de gol cuando horadó las redes de Valdés al rematar una jugada ensaña de córner.
El empate, más justo que cualquier otro resultado, fue efímero en el tiempo. Song cerró el dos a uno ante el despiste maño en el bote de un córner al no saber cerrar las opciones de segunda línea. Luego, ya en el segundo tiempo, fue Messi el que redondeó el marcador.
No obstante, ni el segundo ni el tercer gol arredraron a los del león. Este partido marcó una serie de conclusiones que para el futuro serán la vida del zaragocismo. En primer lugar el estilo de juego, por fin han encontrado un esquema y una táctica que han interiorizado los jugadores y eso les hace jugar cómodos y seguros de sí mismos, descarados para probar nuevas cosas. La segunda conclusión es que hay banquillo, que los menos alineados están listos para dar garantías a los huecos que dejen lesiones o sanciones, es decir, la plantilla es compensada y con un nivel homogéneo lo que permite mantener un buen nivel pese a tener que introducir hasta cuatro cambios. Otra idea es que Jiménez ha sabido adaptar el juego a los jugadores y al espíritu del club, las concepciones preconcebidas de juego somnoliento que arrastraba el sevillano se han desvanecido con un equipo vivo que se prende en las esencias del zaragocismo y conecta con la grada.
Así la derrota, el dato que quedará para mañana, duele menos, es menos oscura cuando te dicen que hemos tenido más posesión que cualquier otro equipo frente al F.C. Barcelona, más ocasiones de gol, menos complejos, más normalidad. Eso es lo que nos gusta, la sencillez, la naturalidad con la que crece el Real Zaragoza. Es maravilloso volver a sentir felicidad por volver otra semana a la Romareda, tristeza porque no sea ya hoy.
La semana que nos espera empezará en casa contra el Celta y terminará en el estadio de los Cármenes en partido copero. Ojalá este trabajo de restauración identitaria incluya también una retrospectiva a nuestra gloria copera.
Ficha del partido:
F. C. Barcelona: Valdés, Montoya, Piqué, Puyol (Bartra, min. 75), Jordi Alba, Song, Xavi, Iniesta, Pedro (Cesc, min. 77), Villa (Tello, min. 64) y Messi.
Real Zaragoza: Roberto, Goni, Pintér, Álvaro, Paredes, Movilla, Zuculini (Wílchez, min. 57), Apoño, Montañés, Víctor (Hélder Postiga, min. 72) y Aranda (Stefan, min. 80).
Goles: 1-0, Messi (min. 15); 1-1, Montañés (min. 23); 2-1, Song (min. 28); 3-1, Messi (min. 61).
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