Qué gusto da ponerse frente al teclado después de un partido como el de anoche, sobre todo si tienes cerca un radiador y a mano una taza de café calentito. Helados por fuera pero con la euforia, la alegría, la satisfacción y el orgullo abrigando por dentro. Eso y una bufanda con el escudo del león es lo único que necesita un zaragocista para aguantar el cierzo, el frío y lo que venga del cielo en los asientos de la Romareda.
Como es habitual en los partidos entre semana, hubo más asientos vacíos que en fin de semana. Demasiado pronto para los que salen de trabajar, demasiado tarde para los que tienen que madrugar. Pero eso no impidió que los que asistimos vibrásemos como hacía tiempo que no lo hacíamos.
El Athletic de Bilbao es un rival complicado, compacto, solidario, enriscado y tremendamente dependiente de magnífico delantero como es Fernando Llorente aunque no exento de calidad con Orbáiz, Susaeta o Gabilondo. Sin embargo, ayer pecó de algo que no suele ser característico de los equipos de Joaquín Caparrós, denotaban quizás un pelín de soberbia los bilbaínos, tenían un toque de superioridad y condescendencia que les hizo pensar que con el gol de Llorente en el minuto 18 era suficiente para ganarle a este triste equipo, en descenso, desalmado y empequeñecido.
Pero no fue así y una vez más asistimos a un nuevo ensayo de la relatividad del fútbol, lo relativamente distinto que se ven las cosas con un delantero que marque su posición de delantero, que se desmarque, que aguante el balón, que se gire, que juegue de espaldas y que tire a puerta sin miedo, que sepa dónde está la portería y se oriente. Y todo eso, después de haber estado año y medio inactivo, de tan sólo haber jugado dos partidos con este equipo y de que se haya puesto en duda su fichaje y su calidad cuando ni siquiera había podido demostrarla. Bienvenido Uche, qué bueno verte por aquí. Con Uche en la punta el equipo parece otro, es el alfiler que faltaba para tensar el hilo en este cuadro de equipo, para que el dibujo no parezca fofo y mal trazado.
Por detrás de esa referencia, Bertolo, Boutahar y Ander se sienten más felices, encuentran sentido a su trabajo y esfuerzo. Aunque para esfuerzo, una tarde más, el de Gabi y Ponzio, de ellos poco queda por decir y alabar, son todo corazón, coraje al 100%, la cimentación básica del Real Zaragoza sobre el campo. Fuera del campo, la argamasa la prepara la afición que de nuevo ayer estuvo hasta el final con el equipo, pidiendo lo que más desean: que su equipo gane, irse a dormir abrazados a la victoria, sentir la satisfacción de ser lo que se es, de ser zaragocista.
Lo cierto es que el primer cuarto del partido fue un remake de lo que venía acoteciendo en las últimas jornadas, fragilidad defensiva, dudas de Doblas, dicho para que nos entendamos todos parecían unas madres los defensas zaragocistas y Llorente era como Golliat junto a los jugadores del club maño. La ausencia de Diogo hizo de la partida a Lanzaro que como siempre cumplió. Un magnífico gregario este italiano. En el lado opuesto, el lateral izquierdo volvió a rotar y fue Obradovic quién lo ocupó. El serbio es un muy buen futbolista pero es insuficiente para trabajar en el lateral defensivo y así fue cómo Bertolo, Ponzio y Contini se multiplicaron para tapar la banda de Ivan.
Después del gol y de ver poco antes cómo el poste era el único miembro atento de la zaga zaragocista para detener el tiro de Susaeta, hubo tentación de venirse abajo, de ver en Jarosik de nuevo al defesa fallón de las últimas jornadas, a Doblas de nuevo nervioso en las salidas, al centro de campo desaparecido y a ese ataque inocuo. Esta vez no iba a ser así. Los chicos del Real Zaragoza recogieron el balón del fondo de las redes, lo pusieron en el centro de campo y comenzaron de nuevo, con el objetivo claro de ganar ese partido. Cuánto cambian las cosas cuando existe convicción en lo que se hace. Y la fe hizo que los leones de San Mamés perdieran las melenas, las uñas y los dientes poco a poco.
Tras el descanso, aún nos estábamos terminando el bocadillo, cuando "Jarosiko" aprovechó un rechazo de su propio cabezazo para empujar el balón a gol. Había tiempo, había ganas. El control del encuentro era de los chicos de Aguirre, tenían el tempo, el ritmo de lo que ocurría en el Municipal. Siguieron en el empeño hasta que llegó un balón a Uche en un contragolpe de libro. Lo esperó, lo recogió entre los dos centrales, se lo acomodó en la carrera, buscó el ángulo y lo colocó donde Iraizoz no podía llegar. Gol para firmar la remontada y la recuperación de la que es nuestra esperanza. Uche, un delantero con todas sus propiedades que se llevaría la gran ovación, los vítores y aclamaciones al ser sustituido por Sinama Pongolle cuando ya no podía más, cuando los meses de inactividad empezaban a hacer mella en su estado físico.
Faltaba todavía mucho tiempo para que concluyese el partido pero ahí estaba la afición para cerrar filas, para que no se escapase una vez más lo que tanto esfuerzo había costado. Animar, animar hasta el final. Y ahí estuvo, conteniendo el aliento cuando vio salir al pequeño Muniaín que nada pudo hacer frente a un equipo engrandecido, mirando hacia otra parte mientras el balón golpeaba en Doblas en el último momento, maldiciendo al que fabricó las pilas del luminoso que decía 5 minutos. Cinco minutos de sufrimiento y dolor de mandíbula de tanto apretar los dientes. También sufrimos con la lesión de Lanzaro y la ridícula jugada en el minuto casi ochenta cuando nadie la quería tirar fuera. En su lugar debutó Da Silva y la verdad, no se notó el cambio, no hubo crisis por tener que tocar una defensa que comandada por Matteo Contini se había asentado minuto a minuto.
¿Cuánto falta?, ¿por qué no pita?, ¡que se acabe ya!. Por fin. Le costó a Undiano Malleco pero finalmente dio por terminado un partido de leones. Ahora toca fin de semana de spa y hoteles con encanto, vamos a Barcelona de visita -nunca mejor dicho- al Camp Nou, con las bajas de Ponzio, Gabi y Contini por tarjetas -quién lo hubiese dicho- y la posible de Boutahar por lesión. En principio, un partido de trámite en el que poco o nada tenemos que hacer... ¿o sí?.
El fútbol esa ciencia relativa e inexacta...
Ficha del partido:
Real Zaragoza: Toni D., Lanzaro (Da Silva, min. 79), Jarosik, Contini, Obradovic, Ponzio, Gabi, Ander, S. Boutahar (N’Daw, min. 90), Nico Bertolo y Uche (Sinama P., min. 76).
Athletic Club de Bilbao: Iraizoz, Iraola, San José, Ekiza, Balenziaga, Orbaiz (Iñigo Pérez, min. 77), Javi Martínez, Susaeta (David López, min. 69), Gabilondo (Muniain, min. 57), Toquero y Llorente.
Goles: 0-1, Llorente (min. 18); 1-1, Jarosik (min. 49); 2-1, Uche (min. 55).
Árbitro: Undiano Mallenco (comité navarro). Amonestó por el Real Zaragoza a Gabi (min. 37), Ponzio (min. 59), Jarosik (min. 70) y Contini (min. 80). Por el Athletic Club a Javi Martínez (min. 23) y Ekiza (min. 63).
Anjuel&Salduie
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