Desconectados

15/04/2010 admin

Cuando Gay dijo esta semana que con dos victorias el Real Zaragoza se salvaría, mi mente se retrotrajo ocho años, hasta el momento exacto en que Marquitos Alonso sentenció que veía difícil que nadie nos pudiese ganar hasta final de temporada. Invocar a los fantasmas de la Navidad pasada justo cuando nos visitaba el Mallorca, nuestra última noche negra, no parecía lo más adecuado.

Posiblemente, el tiempo que perdió José Aurelio en hacer cuentas fatuas hubiese sido mejor empleado en explicarles a sus jugadores cuál es el lugar de cada uno en el campo, cómo deben moverse en el ataque, hacia dónde deben bascular los delanteros, determinar si el peligro tiene que ocasionarse por las bandas o por la frontal, quién habita el primer palo y quién el segundo cuando se centra, quién tiene el primer pase y quién el último. Cuando definan todo esto seguramente el Zaragoza será un buen equipo, suficiente para esta primera división. También es posible que cuando resuelvan tanta incógnita no quede arena en el reloj.

El Mallorca es lo que vulgarmente se llama una banda, pero una banda muy bien afinada por un buen director de orquesta. Se conocen, saben quiénes son, cuál es su esquema y qué función tiene cada uno en él. No es casualidad que con esa base los problemas económicos de la entidad queden en un segundo plano. Tienen asumido que su profesión es el fútbol, no la contabilidad. Así, su primera premisa consiste en darle el balón al equipo contrario, y eso para el Zaragoza es mucho, si pierdes las energías pensando dónde estás ya no te queda nada para ver dónde vas. Que nuestro centro de campo no tenga miedo de jugar el balón no quiere decir que Edmilson, Gabi y Ander sean grandes constructores, simplemente son buenos albañiles. Hoy el campo se les ha hecho insultantemente enorme.

Esta noche, a diferencia de aquella mallorquina, no llovía, pero a la grada nos cayó un jarro de agua fría a los 12 minutos, cuando Roberto nos había calentado con un tremendo despeje a tiro de Aduriz pero se vio incapaz de detener el cabezazo de Rubén. Hasta ahí el Mallorca, no necesitaban más.

La necesidad de los tres puntos atenazó al Real Zaragoza que se tiró sin cabeza, y queremos suponer que con algo de alma, a por el empate. Éste llegó en una definición maravillosa del "Chupete" Suazo. Vaselina impecable sobre Aouate a pase largo, otra vez, de Leonardo Ponzio.

Para alguien que vive la felicidad de las alturas un punto es un gran premio y los mallorquinistas le cantaron una nana al partido. El Zaragoza, completamente romo, cayó en los brazos de Morfeo, como siempre, hasta el minuto 62, que habitualmente es el momento en que suenan el despertador, las alarmas y las campanas en el banquillo zaragocista y se introducen los cambios. Anteriormente, había sustituido Pennant a Eliseu, pero eso y nada es lo mismo, la única consecuencia de ese cambio fue que en la segunda parte el Real Zaragoza jugó con diez. Irrumpió entre aplausos Colunga en sustitución de Gabi pero de poco sirve un delantero cuando nadie le sirve balones y el encargado de esa labor, Ander Herrera, tuvo que retrasar su posición para apoyar a Edmilson.

Ante ese regalo el Mallorca volvió de nuevo a llevar peligro al área aragonesa, por suerte un inconmensurable Contini, bien asistido por Jarosik, mantuvieron la portería tranquila.

Quien piense que el Real Zaragoza pudo ganar el partido se equivoca, y es que el silogismo es muy fácil: para ganar hay que meter goles, para meter goles hay que tirar entre los tres palos, para tirar entre los tres palos tienes que acercarte al área y, salvo un par de saques de esquina que se perdieron en el infinito, el Zaragoza ni se aproximó. Correteaba por el campo, parecía que tenía intención de ir hacia el Fondo Norte, pero todo era mentira, el equipo estaba apagado, desconectado, fuera de cobertura. Y por si acaso había tentaciones, en el 78 Suazo abandonó el campo para dejar su lugar a Abel Aguilar. Ander volvía al enganche, pero ya no había nadie con quien enganchar. Sólo quedó tiempo para un último intento sin ángulo de un desquiciado, en tanto que no puede hacer más de lo que hace y no sirve para nada, Javier Arizmendi.

El árbitro pitó el final -debió de encontrar entonces el silbato-. Las tablas hacía rato que estaban firmadas. Un punto-basura y la misma desesperante y decepcionante sensación de hace dos años en el cuerpo.

En Bilbao filmaremos la siguiente secuencia de esta película de terror de serie B. Que se acabe pronto la Liga, por favor.

Ficha del partido:

Real Zaragoza: Roberto, Pulido, Contini, Jarosik, Ponzio, Edmilson, Gabi (Colunga, min. 62), Arizmendi, Eliseu (Pennant, min. 45), Ander y Suazo (Abel Aguilar, min. 78).

Mallorca: Aouate, Felipe M. (Casadesús, min. 75), Josemi, Rubén, Nunes, Martí, Ayoze, Borja, G. Castro, Webó (Mario Suárez, min. 66 (Bruno China, min. 78)) y Aduriz.

Goles: 0-1, Rubén (min. 12); 1-1, Suazo (min. 21).

Árbitro: Javier Turienzo Álvarez (colegio castellano-leonés). Amonestó por el Real Zaragoza a Ponzio (min. 30) y Arizmendi (min. 82). Por parte del Mallorca a Nunes (min. 14), Aduriz (min. 90) y Aouate (min. 90).

Incidencias: partido correspondiente a la trigésima segunda jornada de Primera división disputado en el estadio de La Romareda de Zaragoza ante unos 25.000 espectadores en tarde fresca y con terreno de juego en buen estado. Se guardó un minuto de silencio en recuerdo del periodista Juan Manuel Gozalo, recientemente fallecido.

Anjuel&Salduie

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