El arte del desconcierto

21/02/2010 admin

La historia de un Real Zaragoza-Sporting de Gijón, para nosotros, es la historia de un desencuentro. Hace dos años, ellos regresaban cuando nosotros nos íbamos y cuando en agosto soñábamos con volver a embobarnos con las olas rompiendo en la Playa de San Lorenzo, el calendario liguero nos hizo un regate plantando el partido en miércoles. Del Molinón nos llevamos un empate, de la Romareda se nos llevan hoy tres puntos y una semana de esperanza que restamos de nuestro casillero, una vez más.

La última vez que los gijonenses vinieron a la Romareda, era una eliminatoria de copa y nos eliminó un equipo de segunda, dejándonos con cara de tontos en el último minuto. Hoy no estaba Otto Konrad, estaba Juan Pablo Carrizo. Y la cara la misma.

La expulsión de Ander Herrera en Valladolid y las lesiones de Pulido y Carlos Diogo, obligaban a introducir en el once inicial a Babic en el lateral zurdo, desplazando a Leonardo Ponzio a la derecha -donde cumple con mayor solvencia que jugando en la banda contraria-, y en la medular, debutando como titular, a José Edmilson -sin comentarios al respecto-.

Ante la sombra de casi 2000 sportinguistas, esperábamos que el encuentro fuese otra demostración de pundonor y comunión equipo-afición, al igual que hace quince días. El Zaragoza planteaba de nuevo ese 442 un tanto anárquico del que a veces salen genialidades y otras, como hoy, el más profundo de los desconciertos. Lo cierto es que las intenciones eran buenas, y la primera ocasión fue zaragocista con el lanzamiento de un libre indirecto por cesión a los pocos minutos de que Mateu Lahoz pitase el inicio. El equipo maño tuvo la posesión del balón durante buena parte del primer tiempo, pero el Sporting manteniéndose simplemente ordenado hizo ineficaz cualquier intento de aproximación a la meta de Juan Pablo. Suazo es muy bueno pero no lo puede hacer todo. Necesita un compañero que le ayude, en este caso era Colunga que en los primeros minutos del encuentro tenía la chispa, pero es complicado mantener un mechero encendido cuando no tiene gas ni nadie que ruede la piedra.

En el minuto 37, el ex-zaragocista Mate Bilic -qué pena que no tuviese más oportunidades aquí-, hacía enmudecer a la grada blanquiazul y dejaba de nuevo al descubierto la falta de consistencia defensiva y la nulidad de J.P. Carrizo para evitar que los balones entren en nuestra portería.

La segunda parte comenzó con una "genialidad" de José Aurelio Gay. Estaba claro que algo no funcionaba, pero lo que funciona es mejor no tocarlo, y la idea de formar un centro de la defensa con un desentrenado Edmilson y el lento Jarosik suponía desguarnecer la retaguardia, dejando a Matteo Contini en ese limbo en el que Ángel Lafita había convertido la banda izquierda. Lafita debería chupar banquillo. ¿Qué hace Arizmendi en el banquillo y Lafita en el campo?, nos preguntábamos algunos de los espectadores hasta que vimos que Javi se quitaba el chandal. El cambio era evidente, se necesitaba a alguien que aguantase el balón arriba y que luchase más que el "Lince", sin embargo, el entrador del Zaragoza debió ver algo distinto a lo que vimos los demás y el que abandonó el campo fue Eliseu, a la vez que Pennant sustituía a Edmilson -volviendo Contini a formar en defensa de tres con Jarosik y Ponzio-. Anteriormente, había entrado Jorge López por Marco Babic para dar criterio al centro de campo, pero el riojano es como una bandera en el mastil, que sólo se le ve cuando sopla el viento a favor, y cuando Luis Morán hizo el segundo (min. 63) desapareció.

Gabi no tiene calidad suficiente para sostener a este equipo, que se escurre entre las manos de un entrenador que carece de recursos para solucionar los problemas que se planteantean en un partido. La diferencia con su homólogo de esta tarde, Manuel Preciado, es que el cántabro venía ya con los deberes hechos y no ha necesitado el recurso de la improvisación. Haciendo lo habitual le ha ganado la partida al madrileño y el partido al Real Zaragoza. Es imposible jugar al fútbol cuando nadie sabe dónde está su compañero porque ninguno sabe dónde tiene que estar.

Aun así quedaban las ganas y la calidad, que la hay aunque no sepan cómo aprovecharla, y después de una buena jugada de Pennant, Arizmendi acortó la diferencia (min. 91). No obstante, hacía tiempo que el Real Zaragoza, el equipo, había bajado los brazos y vivíamos únicamente de jugadas individuales que se perdían en el Fondo Norte, en la grada. La puntilla la puso Barral en el descuento (min. 93) después de un nuevo fallo de Jarosik y la comparsa que le secundaba.

Mal partido, peor resultado y la sensación de que este equipo sólo vive de la iluminación divina.

Ficha del partido:

Zaragoza: Carrizo; Ponzio, Jarosik, Contini, Babic (Jorge López, min.46); Eliseu (Pennant, min.69), Gabi, Edmilson (Arizmendi, min.69), Lafita; Colunga y Suazo.

Sporting de Gijón: Juan Pablo; Lora, Botía, Gregory, Canella; Rivera, Lola (Matabuena, min.74); Carmelo (Luis Morán, min.60), De las Cuevas (Barral, min.81), Diego Castro; y Bilic.

Goles: 0-1. min.37. Bilic; 0-2. min.63. Luis Morán; 1-2. min.91. Arizmendi; 1-3. min.93. Barral.

Árbitro: Mateu Lahoz, del C. Valenciano. Amonestó con tarjeta amarilla al local Jorge López.

Incidencias: partido correspondiente a la jornada 23 de liga disputado en el estadio de La Romareda de Zaragoza ante unos 28.000 espectadores.

Anjuel&Salduie

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