El Real Zaragoza cosechó en Riazor una derrota muy dolorosa ante el Deportivo de La Coruña. Además de acumular ya trece partidos consecutivos sin vencer, ayer se perdió ante un rival directo en la lucha por la salvación. Los maños llegaron a ponerse por delante en el marcador por 1-2. Pero su falta de actitud y su poca seriedad provocaron la remontada de los deportivistas (3-2), llevados en volandas por su afición. Un final poco esperanzador atisba el Real Zaragoza en estos momentos.
En Riazor se vivió un partido loco, frenético y emocionante. Sobre todo en una primera parte que da prestigio a la Liga española. Un espectáculo en toda regla a pesar de las urgencias de los combatientes. Era un duelo vital para ambos equipos, pero uno demostró tener más empaque, seriedad y atrevimiento que el otro. Y además, también contaba con el tremendo apoyo de la incansable afición deportivista.
Era un envite en el que los errores individuales marcarían su desarrollo. Y así fue. Jiménez parece tener una confianza inestimable en Romaric. El costamarfileño le correspondió con un partido pésimo, por enésima vez. El primer gol deportivista viene precedido de una pérdida catastrófica de éste. Riki, Valerón y Bruno Gama triangularon de primeras y rápidamente en el borde del área, frente a una pasiva defensa, hasta que el balón le llegó al portugués, recortó a un Sapunaru apresurado y lo introdujo en el fondo de las mallas.
Bien es sabido que al Zaragoza le cuesta sobremanera levantar un resultado, y más sin Apoño en el terreno de juego. Simultáneamente a este partido, se estaba disputando en Almería la final de la Superliga de Voleibol. Aythami pareció equivocarse de escenario y regaló un penalti clamoroso a los maños, despejando con la mano un centro que iba dirigido a la cabeza de Postiga. El ariete portugués lo anotó ante un especialista desde los once metros como lo es Aranzubía.
Volvía a comenzar el partido de nuevo. Los atacantes gallegos buscaban la espalda de la zaga blanquilla. Sobre todo la de Abraham, ya que Riki se desplazaba siempre hacia la derecha. Sin embargo, los avispas tiraron muy bien el fuera de juego durante todo el partido. El Deportivo tuvo un gran peligro a balón parado durante todo el encuentro. Tuvo dos ocasiones consecutivas, ambas desperdiciadas por Abel Aguilar. En la primera, la defensa zaragocistas se quedó colgada tras un mal despeje y Aguilar mandó a las gradas el pase de la muerte de Gama. Y la segunda más que desperdiciarla, se topó con un acertadísimo Roberto. El cancerbero sostuvo por momentos a sus compañeros con sus providenciales paradas.
Las ocasiones más claras eran de los coruñeses, pero en el fútbol no siempre marca el que se lo merece. La lentitud y la indecisión de Manuel Pablo provocó el robo de Montañés, que tocó velozmente con Postiga y el portugués cedió a Movilla de primeras para que el pelado se sacara de sus botas una asistencia magistral, la cual aprovechó Montañés para adelantar a su equipo con una sutil y precisa definición.
Un disparo a puerta y dos goles era el bagaje zaragocista. Se encontraba muy bien colocado sobre el terreno de juego, cerrando todos los espacios posibles a los veloces Pizzi y Gama y al punta Riki. Pero el Depor se encontró con otra falta y otro error de la zaga blanquilla. Un mal despeje de la misma lo aprovecha Aguilar (incontenible en el juego aéreo) para que Marchena, habilitado por un despistado Romaric, empatara antes del descanso.
Cuatro goles, cuatro errores habituales de conjuntos que ocupan la parte baja de la tabla. La segunda mitad prometía tras el espectáculo vivido en la primera. Parece que el Zaragoza quería tener el balón en su posesión a lo largo de los primeros minutos, pero era totalmente intrascendente.
Hasta que se produjo el asedio deportivista y, cómo no, a balón parado. Tres córneres seguidos atemorizaron a los aragoneses. Aythami golpeó la pelota en el poste fallando inexplicablemente cuando tenía todo a su favor y Loovens salvó bajo palos otro remate flojísimo remate del central blanquiazul, que dejó meridianamente claro que no estaba siendo su mejor día.
En todo momento se tenía la sensación de que el gol del Deportivo iba a llegar tarde o temprano. Los coruñeses entonaban el Sí se puede para darles ánimos, fuerza e ímpetu a los suyos. Hasta que se produjo lo más esperado, lo inevitable. En el enésimo saque de esquina, Roberto no llega al balón para despejarlo (el meta pidió falta de dos contrarios) y golpea en el pecho de Abraham, que no puede evitar marcar involuntariamente en su propia portería.
El tercer gol fue un mazazo para los jugadores avispas. No supieron rehacerse y Jiménez tenía que realizar algún cambio para volver a dar la vuelta a la situación. Romaric volvió a dejar claro que no ha logrado alcanzar una forma física aceptable en toda la temporada. Toda la responsabilidad en el centro del campo recayó sobre un Movilla con las piernas demasiado cargadas. Oriol sigue sin ser, ni por asomo, el que finalizó la temporada pasada y volvió a defraudar.
El Depor otorgó la posesión del balón a su rival, mostrando éste su incapacidad. Apenas supo originar sensación de poder empatar de nuevo el partido. Eso y la expulsión por doble amarilla de Abraham acabaron por cercenar cualquier posibilidad de remontada. Víctor salió con ganas y parecía crear algo de peligro, pero nada. Rodri volvió a demostrar que puede ser muy útil en este fin de campaña, pero si la intensidad y la actitud del conjunto acompañan. Y Bienvenu no tiró ni una sola vez los minutos que jugó.
Lo único positivo que se puede sacar es que con concentración e intensidad, el Zaragoza puede salir adelante. Además de que el golaveraje con el Deportivo está a salvo. Pero ayer los maños concedieron la vida a unos coruñeses que abandonan con esta victoria el farolillo rojo y quedan a un solo punto por debajo.
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