American Beauty, esa es la película del partido ayer, esa que por más que ves que la cosa va de mal en peor esperas que tenga un final feliz como mandan los cánones del cine americano pero todo acaba con un disparo y ya. Fin. Te quedas en la butaca del cine esperando a que ocurra algo más pero no, no hay nada más.
Es muy complicado explicar lo que ocurrió, falló todo salvo la afición, al menos hasta el minuto ochenta en que los vomitorios se comenzaron a llenar de gente intentando evitar el atasco de la salida. No siempre hay un final feliz esperando y no todo depende de la buena voluntad de los aficionados que contamos con muchos más imponderables que el resto de actores de este film. Película de serie B.
Los zaragocistas hicimos nuestra parte. Lleno total. Tifo en todo el campo gracias al gran trabajo de las peñas, Colectivo y Ligallo. El himno atronando en el minuto cero. Las gargantas a punto desde el calentamiento. La imagen era para guardarla y para vivirla. Sin embargo, esa fue la única buena imagen que dio el Real Zaragoza. Fallaron los jugadores, el portero, el entrenador. Todo.
Y eso que parecía que no iba a ser así. La primera parte fue blanquilla, dominada y temporizada por los maños ante la roca pamplonesa. En el minuto catorce ya veíamos el final del túnel con el gol de Ángel Lafita, el héroe del Bernabeu, que otra vez se valió de su astucia y su velocidad para aprovechar un fallo de coordinación de la defensa osasunista y batir a Ricardo. La alegría se desbordó, el grito de gol fue a todo pulmón en la grada que tenía ahí la recompensa a tanto esfuerzo durante la semana. Acostumbrados a las exiguas victorias zaragocistas, esperábamos que este fuese el gol del partido y a partir de entonces a apretar los puños, esperar y rezar para que aprovechasen antes del noventa alguna otra ocasión. La más clara la tuvo Uche al filo del descanso, lo que podía haber sido la sentencia del partido de la temporada. El más importante del año. Puede que fuese la presión de esa responsabilidad lo que hizo que se le encogiese el pie y la echase blandita a donde estaba Ricardo.
En la segunda mitad el guión fue otro. Incapaces de manejar el balón a ras de suelo y entrando en una batalla aérea de antemano perdida. La defensa dio un pasito atrás y Aguirre también metiendo a Leo Ponzio demasiado dentro de una defensa hiperpoblada para la potencialidad ofensiva del Atlético Osasuna. Creyó Javier Aguirre que la solución sería que Jorge López diese tranquilidad desde la banda, igual que lo hizo en Madrid una semana antes. Pero Osasuna no es el Real Madrid, en una alimaña herida buscando refugio en un terreno pedregoso que conoce como la palma de su mano. Y lo encontró. Lo encontró en el fútbol de Vadocz que saltó al campo con el único objetivo de la meta de Toni Doblas en su libro de ruta. Dio verticalidad y velocidad a sus compañeros, la que no encontraban ni Bertolo ni Uche ni Lafita que de repente se quedó pegado a la banda, más preocupado en apoyar a Diogo que de aprovechar su estado de gracia. Así estábamos, más ocupados por lo de atrás que por lo de adelante y para cuando nos quisimos dar cuenta un tiro de Camuñas se cuela junto a Ponzio y se le escapa a Doblas de una manera inexplicable, dolorosa.
Ese gol no estaba en el guión. Ni los dos balones que los blanquillos lanzaron a los palos. Un tanto desconcertados siguieron sobre el campo con el aliento de una afición cada vez más cabizbaja. Levantaron la cabeza para recordar otros tiempos, de naufragios, islas malditas y bicentenario de los Sitios cuando un ex, Sergio Fernández, celebraba como si no hubiese marcado un gol en su vida lo que era la sentencia del partido. Poco hábiles Toni Doblas y Jarosik en la jugada.
Salieron Boutahar por Diogo -lesionado- y Braulio por Uche -tendrá pesadillas con las ocasiones perdidas ayer y en Villarreal-. Insuficiente e ineficaz buscar la remontada con centros al área cuando llevas ya tres cuartos de partido perdido en los balones por alto. Cuando todavía creíamos en el empate y la victoria, Kike Sola se aprovechó de su situación de fuera de juego para llegar a rematar la asistencia de Camuñas desde la línea de fondo. Aturdidos por el desenlace no les dio a los leoncitos, mansos y resignados, ni para protestar lo que era justo.
Y así se fue, así se escapó la oportunidad. Ahora, aquí, en este último párrafo tocaría realizar una reflexión de lo que se fue, lo que queda y lo animados que debemos estar todos por el futuro. Alzar la voz y llamar de nuevo a la afición a las barricadas, apelar al espíritu de Agustina, al de cinco de marzo y no se cuántas heroicidades más de nuestros antepasados. Pero es que ni Palafox se va a vestir de corto, ni va a resucitar Lapetra, ni es posible que las legiones romanas salgan de las bocanas del parking de la plaza del Pilar. Le rezamos a la Virgen si queréis y le ponemos el mantico con el escudo, pero dudamos de la capacidad goleadora del niño que lleva en brazos -él era más de caminar sobre las aguas y esas cosas- y no vemos a la paloma de lateral derecho. Malos tiempos para la lírica en esta crónica así que seamos prácticos. Era al mejor de cinco, vamos 2 a 1 y el último será en nuestro campo, aun después todavía nos quedará la convocatoria de gracia en Levante. Esperemos no tener que pedirla.
Ficha del partido:
Real Zaragoza: Toni D., Diogo (Boutahar, min. 74), Da Silva, Jarosik, Paredes, Gabi, Ponzio, Ander (Jorge López, min. 55), Nico Bertolo, Lafita y Uche (Braulio, min. 74).
C. A. Osasuna: Ricardo, Nelson, Monreal, Lolo, Sergio, Puñal, Nekounam, Damiá (Vadócz, min. 54), Cejudo (Josetxo, min. 80), Camuñas (Calleja, min. 84) y Kike Sola.
Goles: 1-0, Lafita (min. 14); 1-1, Camuñas (min. 62); 1-2, Sergio (min. 70); 1-3, Kike Sola (min. 80).
Árbitro: Iturralde González (comité vasco). Amonestó por el Real Zaragoza a Paredes (min. 21). Por el Osasuna a Nekounam (min. 70).
Anjuel&Salduie
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