Felicidad

08/04/2018 @Mariluzsanchez

El Real Zaragoza vence al Huesca y suma tres puntos para afianzarse en la zona de play off y mirar hacia los puestos de ascenso directo

Hay días de fútbol que se deben vivir para contarlos y la tarde del sábado lo fue. De inicio a fin la afición del Real Zaragoza decidió ejercer de soporte de su equipo para que nada fallase en una jornada de inflexión, la que nos enfrentaba a un rival directo, justo el eslabón de enganche con los puestos de ascenso directo.

Las bufandas al viento y las gargantas atronando bajo el cielo gris para recibir a los blanquillos del león. El lleno en la grada arropó a los once de Natxo González donde se incorporaba Mikel González en eje de la defensa, volvía Eguaras a su mediocentro y Javi Ros completó la línea central que enlazaba Febas con Pombo e Iglesias. Cada estrofa del himno recorrió el viento para enredarse en los tacos de las botas de este Real Zaragoza que brilló en juego y esfuerzo.

Frente al rival vecino la iniciativa la tomó el equipo local. La primera la falló Borja, la segunda la estrelló Jorge Pombo en el poste, y así se sucedieron las ocasiones en la portería defendida, afortunadamente para el Huesca, por Remiro. A la media hora aflojó la presión ofensiva y se descubrió una seriedad defensiva, liderada por Mikel González y por el siempre constante Cristián Álvarez. Tanto los centrales como los laterales se movieron esta vez con coordinación y rapidez para dejar estériles los intentos del Cucho Hernández y las llegadas de Melero.

Las ocasiones eran zaragocistas, el balón era zaragocista y la grada era zaragocista. Un partido para mayores de edad que disfrutamos como niños y que hizo que el descanso pasase rápido para enfilar los últimos cuarenta y cinco minutos.

A la vuelta, Natxo González dio chispa bajo la lluvia que empezó a descargar con fuerza sobre el municipal con la entrada de Papunasvhili por Pombo. El georgiano fue parte fundamental para el feliz desenlace del minuto cincuenta y siete. Borja Iglesias, incansable cazando balones cayendo a los laterales para ceder el espacio central a sus compañeros y desarmar así las líneas oscenses, cedió a la derecha para la entrada a pierna cambiada de Papu que estrelló el balón en Remiro, quien se repuso para desbaratar el primer tiro de Javi Ros que insistió para acabar enmarcando el esférico en las redes del fondo norte.

La felicidad desbordó la grada mientras la seriedad se disponía a cerrar un partido ya decantado. Porque para la última media hora los maños supieron apretar filas para cercar su portería y aprovechar la velocidad de Papu, la rasmia de Toquero y la noble voluntad infatigable de Borja para mantener el marcador inalterado.

Mientras que atrás se daba por finalizado el partido, en ataque se multiplicaron las oportunidades en una loca sucesión de contragolpes que dejaron en franquía a Borja, a Guti, a Toquero, a Papu, a un señor que pasaba por ahí. Pero la mala puntería y la espectacular actuación de Remiro hicieron inviable la goleada.

El resultado justo, merecido y escaso desató los deseos zaragocistas a los que ni la lluvia les lavó la felicidad de estar un partido más cerca de nuestro hogar. La lluvia mojó tierra seca que empieza a reverdecer en la primavera más esperada. Ahora vienen etapas duras de alta montaña, la siguiente contra un “hors categorie” como es el Rayo Vallecano. No pedaleáis sólos, vamos miles abriendo camino hasta la cima.

Este equipo puede, este equipo quiere, este equipo debe porque se puede, se quiere y se debe. Seguimos.

*Foto: realzaragoza.es

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