Final de finales

25/04/2018 @Mariluzsanchez

El Real Zaragoza se reengancha a los puestos de play off y afronta las últimas seis jornadas de la temporada con opciones de todo

El Real Zaragoza está dotando de sentido completo al tópico de que cada partido es una final y es que el ánimo fluctúa entre el todo y la nada en cada jornada y como si lo de antes no existieses y lo de después jamás fuese a llegar. Si tras el encuentro en Vallecas se veía como una oportunidad perdida la derrota contra el líder, la vuelta al conformismo por la manera en la que se produjo el dos a uno, este sábado giró de nuevo la moneda frente al Almería.

La lesión de Grippo devolvió a Verdasca al centro de la defensa donde se entendió a la perfección con Mikel González. Por su parte, la revolución en el mediocampo vino de la mano de Papu, siendo el georgiano quien actuó de punta de rombo y desarmó con su zurda de todas las maneras posibles a la defensa almeriense.

Papunasvhili venía a coronar el arma perfecta del renacimiento de este Real Zaragoza. Es posible que uno de las más reiterados lamentos zaragocistas de las últimas cinco temporadas ha sido la ausencia de un centro de campo solvente, creativo y consistente, precisamente es eso lo que está produciendo el alza de este equipo. Iñigo Eguaras ha encontrado su hábitat perfecto para crecer como jugador, comanda con firmeza y escoltado por el alma y los pulmones de este equipo que son Zapater y Guti. Los dos, Alberto y Raúl, son los guardianes de el león, Zaragoza defendida por su gente y su gente defendiendo su escudo -nuestro y suyo-. Cuando en la grada falta la voz se tira de corazón, el mismo azul y blanco al que recurren ellos cuando la piernas flojean.

La primera parte corrió, para bien y para mal, entre las botas de Papu. Para mal porque su ímpetu hizo anular un precioso cabezazo de Borja Iglesias que se coló en la red acompañado del gesto de Papu que fue suficiente para que el árbitro entendiese que intervenía en la jugada en posición de fuera de juego. Para bien porque incidió una y otra vez por el lateral zurdo en individual y colectivamente aunque esta vez no pudo contar con la brillantez de de Pombo que anduvo algo más desacertado de lo habitual. Sí que se unió a la causa Borja Iglesias que día a día -por fin- va mejorando su juego posicional y le vemos -por fin- hacerse delantero, killer, un nueve de los que marcan y hacen marcar.

René mantuvo a raya el marcador tanto en la acción de individual de Papu, driblando a toda la defensa, como en la jugada ensayada de saque de falta donde esperando es disparo duro de Zapater o Verdasca de repente se encontraron los almerienses con un balón bombeado para el Borja Iglesias que remató de volea a la media vuelta.

Después del descanso el guión siguió igual, escrito por el mismo guionista desde Tbilisi, y el esfuerzo tuvo su recompensa en el cincuenta y cinco cuando después de diecinueve toques -sí, diecinueve, ver video, contadlos y difrutadlos- Alberto Benito vió la entrada desde atrás de Papu que venía acompañando y deseando el balón. El primer gol ponía justicia en el marcador para lo que se veía en el campo, al trabajo laborioso y armonioso del Real Zaragoza.

Sin embargo, a partir de ese momento los cambios hicieron tambalearse la maquinaria. Toquero tomó el relevo de Pombo y si bien la actitud del vitoriano siempre es bien venida la indolencia de Febas achantó al equipo cuando entró para sustituir a un ovacionadísimo Papunasvhili.

Los últimos veinte minutos del partidos pasaron sin peligro real en la portería de Cristián Álvarez, los Pronósticos de apuestas se hicieron buenos, pero con la angustia de un final que nunca parecía llegar. Fue Borja Iglesias quien aclaró el camino en el ochenta y cuatro con un remate imposible desde la izquierda de la portería de René y casi pegado a la cal de la línea de fondo. Remate de delantero con todas las letras de la d a la o.

El tiempo del descuento fue para el gol único de los andaluces y para que la grada celebrase una final más ganada.

Quedan seis. Seis finales. Seis partidos únicos en sí mismos. Seis oportunidades que no se podrán recuperar si se pierden, que se deben degustar y saborear si se vencen. Batallas que librar porque se puede, se quiere, se debe. 

*Foto: realzaragoza.com

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