Generación ni-ni
Fueron los primeros los Alifantes, luego los Magníficos, los Zaraguayos, estuvo la Quinta de París y los del Galacticazo de Montjuic. Ahora son los Ni-Ni, que ni atacan ni defienden, ni van ni vienen, ni corren ni nada de nada. También conocidos como los Caminantes, el grupo de futbolistas que se han juntado en el Real Zaragoza este año, que poco tienen que ver con los del año pasado y tampoco con los que al año que viene vendrán, son jugadores simples, ramplones, insustanciales y carentes de ambición. Pasajeros de un crucero de vacaciones por doce meses, poco más, y cuando el barco naufrague huirán del puente de mando en silencio.
Ayer, en la Romareda, Manolo Jiménez reconstruyó de nuevo la alineación tratando de atajar el ritmo de un Osasuna imparable que busca Europa para la próxima temporada. Guarneció la retaguardia con un doble pivote defensivo compuesto por Pinter y Dujmovic para apoyar a un inédito centro de la defensa con Paredes y Mateos -esperamos que fuese un dúo en exclusiva para esa tarde-. Escasos metros por delante de ellos, Ruben Micael fue el encargado de la construcción y de lanzar los contragolpes que debían coronar o bien Postiga o bien Lafita en punta. Luis García pululaba por allí. Durante la primera parte costó que el equipo se adaptase al partido y la lentitud en la transición del balón dejó el bagaje local en apenas un remate de Postiga al larguero mientras que en el otro fondo Roberto se esforzó a fondo en salvar dos goles, prácticamente cantados, de este Osasuna bastante triste y que en otras circunstancias ligueras poco tendría que decir en los puestos altos.
El Real Zaragoza languidecía en las carreras atropelladas de Lafita y temblaba con la debilidad defensiva de Paredes y Obradovic. Al descanso, la afición sentía algo mejor que otros días pero insuficiente para llamarlo fútbol. Realmente las sensaciones que transmiten los blanquillos sobre el césped son inocuas ya para los zaragocistas resignados a la agonía de una muerte anunciada y se acumulaban en los pasillos del viejo estadio los resoplidos de indiferencia y el mohín de negatividad propio de la rivera del Ebro. ¿Pa' qué?. Lo mismo te da que te da lo mismo, maño.
Sin embargo, pareció desperezarse el equipo en la segunda mitad. Lucharon más, corrieron más, incidieron más, la cagaron como siempre. Mantuvo el tipo sobre el campo, dando un pasito hacia delante y recuperando posiblemente al mejor Ángel Lafita de la 2011-12. Se contó con ocasiones muy claras de gol y se peleó contra las incomprensibles decisiones arbitrales que esas sí fueron constantes los noventa minutos. En la relatividad de este "parafútbol" que desarrollan los Caminantes, el Real Zaragoza merecía la victoria y la tuvo en la mano durante dos minutos y medio, el tiempo que medió entre el zurdazo de Postiga y el remate a placer de Roversio. Se iba ya el partido cuando Postiga, excesivamente individualista durante todo el encuentro, alcanzó un balón en la frontal del área y lo envió donde era imposible que llegase Andrés Fernández. Por entonces, con los tres cambios ya hechos, fue Mateos el que movió a la defensa osasunista para abrir el camino del gol ya que los constantes calambres le impidieron acabar los noventa minutos en su posición natural. Ni preparación física.
Después de la desbordante alegría de la esperanza esquiva, Ivan Obradovic se hizo muy pequeñito en la defensa y envió un balón absurdo a córner. Las torres pamplonicas no desperdiciaron la oportunidad y en el segundo palo apareció Roversio al que no alcanzaron en la marca ni Paredes ni Dujmovic, reconvertido a central por la lesión de Mateos. Ni uno ni otro, nadie.
Un punto, nada más y nada menos. Dos puntos más lejos de la salvación, un punto más cerca de la salvación. Pura ironía cósmica. Ahí anda la diosa fortuna haciéndonos burla desde donde quiera que esté. Pero la vida de este Zaragoza hace ya varios años que es así, funambulismo sobre un hilo invisible, sin red y con una venda en los ojos. Fe ciega. Cuestión fe. Sólo nos queda la fe. Ni realidad ni tangible, cero.
Ficha del partido:
Real Zaragoza: Roberto, Álvarez, Mateos, Paredes, Obradovic, Dujmovic, Pintér (Zuculini, min. 53), Ruben Micael (Apoño, min. 78), Luis García (Edu Oriol, min. 78), Lafita y Hélder Postiga.
C. A. Osasuna: Andrés Fernández, Damiá, Roversio, Sergio, Marc Bertrán, Puñal, Nekounam (Timor, min. 88), Lamah (Manu Onwu, min. 55), Cejudo, Raúl García y Nino (Annunziata, min. 83).
Goles: 1-0, Hélder Postiga (min. 85); 1-1, Roversio (min. 87).
Árbitro: José Luis Paradas Romero (comité andaluz). Amonestó por el Real Zaragoza a Pintér (min. 32), Paredes (min. 37), Lafita (min. 60), Ruben Micael (min. 61) y Hélder Postiga (min. 90). Por Osasuna a Raúl García (min. 35) y Nekounam (min. 75).
Anjuel&Salduie
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