De nuevo, una vez más, y van ya muchas, el comienzo de la temporada y el final de la época de fichajes acaba con un baile de rumores que llevan al aficionado loco. El que ya sabe de que va esto, pone cierta distancia, se olvida de comprar periódicos durante una temporada y espera a ver el equipo que se presenta a final de Agosto.
Victor Fernández, tan gran entrenador como cabezón (por algo es de la tierra), tiene una auténtica obsesión con los jugadores sudamericanos y más concretamente con los argentinos. Será por la raza, la calidad y el descaro de su juego. Será por la inteligencia sobre la cancha. Será por que en fín, gambeta suena mejor dicho así, en argento, que dicho en maño de San José.
El caso es que desde que este hombre se sienta en el banquillo, tanto en su primera etapa como en esta segunda, lleva a cabo una limpieza en el vestuario de jugadores canteranos digna de estudio. Por que uno se pregunta si es peor jugador de fútbol, si le pone menos coraje un jugador de 20 años con todo el futuro por delante y una calidad contrastada, o uno con 30 y muchos que ya está de vuelta de todo.
Quizás es que simplemente es más fácil tomarle el pelo y enseñarle la puerta al zagal de 20 años que al de 30 y tantos. Quizás es que el representante del jugador-dinosaurio sabe mover mejor las fichas. Quizás es que el peso en el vestuario del abuelo es mayor. Pero siempre he pensado que Victor, además de un tipo listo, era valiente. Quizás me esté equivocando.
O quizás tampoco importa mucho. Al final, de aquella época gloriosa pocos se acuerdan salvo de las finales, los resultados y el buen juego. Eso sí, del orgullo que daba ver recorrer la banda derecha a un chaval aragonés...de eso yo al menos también me acuerdo.
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