Domingo, 17 horas. Sentado frente a la pantalla de la televisión y después de una fabada asturiana casera, "made in madre", me apresto a vivir un partido de mi equipo. Los augurios no son buenos, Víctor decide dar entrada a dos mediocentros defensivos en teoría incompatibles como son Ponzio y Zapater. Pero hay talento arriba y estando Aimar cualquiera sabe. Eso me anima.
Primeros quince minutos. El partido empieza mal. Nos atacan sin cesar por la derecha y el pobre Sucre-Diogo sufre para parar a Stoichkov reencarnado en Serrano. Nos crean oportunidades, aunque no son demasiado claras. Nosotros no pasamos del centro del campo.
Minutos 15 al 30. Esto sigue igual, empeorando por momentos. Menos mal que no está Zigic, porque por alto estamos fatal. Sergio está medio lesionado y a los balones por alto sale todo el rato Milito, que le pone bravura pero es una lotería. El ojo izquiero se rebela. Y el derecho está a punto de ceder. El sopor de las alubias empieza a hacer efecto.
Final de la primera. El Rácing, cansado de la mala suerte, cede un poco en la presión. Nosotros, nada de nada. Lo único, un gorrazo de Ponzio desde el Auditorio. El ojo derecho firma la rendición y se cierra definitivamente allá por el minuto 35. El izquierdo, como es natural, es un poco más rebelde y aguanta...hasta el minuto 40. El resto de primera parte lo escucho más que lo veo.
Descanso. Con el sopor del final de la primera parte se me pasa muy deprisa. Casi ni me entero y vuelvo a abrir el ojo cuando está empezando la segunda parte.
Minutos 45 al 60. Me empeño en seguir viendo el partido pero no puedo. Sin embargo, milagrosamente, cuando parecía todo perdido, encuentro la solución. Me hago un café y parece que remonto. De hecho, justo cuando me lo termino coge el balón Aimar y en una buena jugada Milito marca gol. Increíble. Primer tiro entre los tres palos.
Minutos 60 al 75. El Zaragoza se queda sin rival y se anima. Sobre todo cuando sale en el 66 Lafita, que está en todas las jugadas de mérito. Consigue despertarme del todo en un regate eléctrico en la banda. Bien por Angelito, bien.
Final del partido. Y en éstas que llega Ponzio y hace un pase en profundidad para Angelito y el chaval marca el 0-2. Que alegrón. He acabado haciendo la ola yo solo. No sé si de alegría o por el café. Y eso que no suelo hacerla.
Por cierto, que tanto hablar de juego ofensivo, tanta apuesta por el espectáculo...y luego esto. No me gusta ganar de esta manera, sobre todo cuando estoy seguro de que de otra manera, con Longás en el campo, el resultado hubiera sido victoria igualmente, pero al menos no me habría dormido. Milongas, milonguero.
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