Cuántos días sin contar las aventuras y desventuras de este nuestro Real Zaragoza, cual Dragon Khan desbocado en busca del más difícil todavía, ¡alehop!.
Desde aquella mañana tarde de marzo en que vencimos al Atlético de Madrid, nuestros chicos se batieron en duelo triunfante con el honorable Sporting de Gijón, defendieron con unas y dientes a espada batiente el fortín de la Romareda frente a Turienzo Álvarez, perdón, frente al Fútbol Club Messi, tampoco, ante el Barça, eso sí. Finalmente, hace poco naufragaron en la depresión del Guadalquivir contra el Sevilla de Michel “El que suena”. ¡Ay! Destino incierto que de depresión a depresión nos zarandeas del Ebro a Hispalis, de la Alhambra a los salones de la Aljafería. Tu patio de los leones, nuestros leones de patio.
Ayer, en la digestión zaragozana, asistimos a algo poco frecuente, un partido inédito para gran parte de los asistentes al estadio zaragocista. Al menos nuestra memoria no alcanza a recordar al Granada sobre este césped. Ellos, los del reino nazarí, son el filo al que tienen que agarrarse los mañicos, el último peldaño de la escalera más empinada jamás conocida. Es decir, el corte para la salvación o el descenso lo van a marcar, presumiblemente, a partir de ahora los granadinos, por lo tanto el partido de ayer era un cara o cruz.
De esta guisa las cosas, el renovado en la fe Real Zaragoza saltó al impecable terreno de juego del municipal apuntalando sus máximas para el milagro: fortaleza defensiva, intensidad, no dejar jugar al rival y resistir. Desgraciadamente, para esto tienen que realizar un esfuerzo complementario ya que la mala preparación física a la que la plantilla se vio sometida en la pretemporada y hasta navidades, hace que los blanquillos lleguen al minuto noventa como almas en pena, asfixiados y con problemas musculares. Se pierde la cuenta de los cambios forzados por lesiones. Pero ya se sabe, más vale maña que fuerza y la maña, la afición, da cada semana una lección de amor a estos colores, a este club y al leoncito del escudo. Bendito sufrimiento y que siga muchas semanas más.
El partido, bandeado por el viento inmisericorde, no tuvo grandes cosas que destacar. El baje ofensivo del Granada se saldó con tiros al travesaño repartidos en ambas mitades del encuentro, por su parte, el del Real Zaragoza no fue muy superior pero contó con el tino de Dujmovic en el minuto cinco, éste recibió la asistencia de Aranda que jugó por la banda derecha a pase de Rubén Micael y cedió a la frontal del área granadina para que el croata, reconvertido a medio llegador, rematase. La jugada la hilaron los tres mejores futbolistas de la tarde. Fin del encuentro.
Desde ese momento, aire, patadas e imprecisiones se sucedieron de una y otra parte si bien el Real Zaragoza sufrió para mantener los tres puntos a salvo en los segundos cuarenta y cinco minutos. Pero si ellos no podían porque Aranda tenía calambres y por el salió Postiga, Obradovic que entró por Edu Oriol apenas podía andar, si el jabalí Paredes se dañó el hombro y tuvo que ser sustituido por Lanzaro, si Álvarez no daba a basto para cubrir su banda, si Da Silva pide a gritos el banquillo, aunque Zuculini se exprima corriendo como pollo sin cabeza aquí y allí, a pesar de que a Lafita no le salga nada, en definitiva aunque ellos no puedan, podemos nosotros. La grada sujetó el partido hasta el noventa y cuatro, hasta que al señor Del Cerro le apeteció, hasta el final y hasta más allá del final seguiremos.
No fue el mejor día ni el mejor partido jugado, ni brillante ni placentero, más bien tenso y feo pero cuando uno tiene que llamar a la UVI móvil no está para estarse poniendo gomina ni pintando la raya del ojo, sales con lo puesto a que te paren la hemorragia. De momento, el vendaje de Manolo Jiménez aguanta aunque sigue sangrando este pobre corazón blanquiazul.
Quedan cinco finales, pocos puntos y mucha fe. El que falle está fuera. Siguiente estación de penitencia: Mallorca.
Ficha del partido:
Real Zaragoza: Roberto, Álvarez, Paredes (Lanzaro, min. 82), Da Silva, Abraham, Dujmovic, Zuculini, Ruben Micael, Edu Oriol (Obradovic, min. 59), Lafita y Aranda (Hélder Postiga, min. 71).
Granada CF: Julio César, Nyom, Mainz, Borja Gómez, Siqueira, Mikel Rico, Moisés (Abel Gómez, min. 50), Martins, Dani Benítez, Uche y Geijo (Franco Jara, min. 56).
Goles: 1-0, Dujmovic (min. 5).
Árbitro: Carlos del Cerro Grande (comité madrileño). Amonestó por el Real Zaragoza a Álvarez (min. 58), Da Silva (min. 79) y Paredes (min. 82). Expulsó con tarjeta roja directa a Ruben Micael (min. 90). Por el Granada a Geijo (min. 30), Nyom (min. 62) y Franco Jara (min. 86).
Anjuel&Salduie
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