No empates hoy lo que puedas ganar mañana.

30/08/2015 @Mariluzsanchez

El Real Zaragoza hacía anoche su debut liguero en el estadio municipal de la Romareda. Real Zaragoza 3 - Almería 2

El Real Zaragoza hacía anoche su debut liguero en el estadio municipal de la Romareda y las pocas gargantas que no cedimos ni ante el infame horario ni a disfrutar del último fin de semana de agosto fuera de la ciudad, recibimos a los nuestros recordándoles que el Zaragoza es la afición con once grandes del león y una leyenda con trofeos al mejor.Y en esas estuvimos, afición y jugadores, peleando a la altura de la leyenda hasta el último minuto y un poquito más.
Tras el empate en Miranda, había dudas sobre la capacidad del equipo y los fantasmas de la temporada pasada se aparecieron en cada esquina, en cada corrillo zaragocista durante toda la semana. No saber cerrar un partido ganado, dar un paso atrás cuando tu afición te pide que lo des adelante, el centro de campo errante y no saber si es ineptitud, inactitud o simplemente lo que dice el entrenador.
Pero lo que está claro es que con este Real Zaragoza cada partido es una historia nueva que poco tiene que ver con la anterior, apesar de que la alineción sufrió la única variación de la entra de Jorge Díaz por Hinestroza que se lesionó esta semana. De este modo, volvía Bono bajo palos, la defensa de cuatro con Bertran y Rico en los laterales y Ruben y Cabrera formando el muro central; Wilk y Dorca gestionaron el tráfico de la zona central, mientras que Aria por el centro y Pedro con el uruguayo Díaz franquearon el ataque que coronó -y de qué manera- Ángel Rodríguez. Este era el once de gala para enfrentar a un rival de primera, el recién descendido Almería de Sergi Barjuan que se plantó sobre el cesped de la Romareda con un viejo conocido de los maños, Miguel Ángel Corona, manejando sus hilos y con la machacona presencia de Chuli en la delantera.
Los almerienses aspiran a ser un rival de los que buscamos el premio del ascenso y elevó el nivel de exigencia desde el minuto uno. Auspiciados por el colegiado Pizarro Gómez, trataron de controlar el tempo del partido haciendo despliegue de juego duro, o contundente, como se prefiera llamar, y perdiendo tiempo descaradamente cuando consideraban que la ventaja del marcador era ya suficiente para ellos. Craso error. El fútbol a veces, pocas veces, es justo y ayer-hoy lo fue.
A partir del minuto veinte, los blanquillos adelantaron un par de metros su líneas y ahí es donde el equipo gana, donde el juego se vuelve más efectivo, los pases tienen más sentido, ellos se siente más cómodo, nosotros más felices y la grada empieza a generar calor. Hubo que esperar al treinta y dos para que Wilk hiciera el primero de la noche, el seis ya lo había intentado con un tiro raso desde fuera del área pero fue con un precioso remate cruzado de cabeza al corner sacado por Pedro cuando hizo inservible la estirada del omnipresente Casto. Los dos conjuntos había tenido oportunidades para remojar al gato pero el premio era para los locales. Merecidamente.
Pero el juego de alternativas al que se prestaron Zaragoza y Almería junto con los fantasmas de la inofensiva defensa en zona y de los despejes a ninguna parte, esta vez cortesía de Bono, dejaron vía libre para que en tan sólo dos minutos Morcillo hiciese el empate para los rojiblancos.
Antes del descanso que el árbitro indicó apresuradamente a falta de un segundo para el cuarenta y cinco, Ángel tuvo tiempo de enviar un balón rozando el larguero y dejarnos con el "uy" en la boca.
La reanudación, acercándonos ya a la medianoche, fue dura. Todo lo que podía salir mal ocurrió. Nos lanzamos al ataque sin pensar en lo que se quedaba atrás por la banda de Rico, el balón acabó en corner a favor que no supimos aprovechar cuando habían subido los centrales, el balón salió de las manos del portero Casto por el centro a sus delanteros que cogieron por el camino el manual de 1ª de contragolpes, y en un 3 para 3 tocaron lo justo la pelota para ningún jugador maño impidiese el segundo del Almería. 
A partir de aquí ocurrieron varias cosas. Que los fantasmas ya no eran fantasmas si no una convención de ultratumba por doquier, que se empezaron a ver miradas al suelo de jugadores y aficionados, que el Almería tiró de oficio creyéndose ganador y no quiso seguir jugando, que Popovic acertó con los cambios, que Jaime es muy bueno y que no nos daba la gana de perder. Así que mientras los andaluces no midieron bien que treinta minutos son muchos minutos para desechar, los aragoneses tiraron de orgullo y de fútbol.
Para ello, Jorge Díaz y Aria dejaron la banda derecha para la zurda maravillosa de Jaime Romero y el hueco entre el centro del campo y Ángel para Ortuño. Ángel se encontró más cómodo con alguien que aguantase el balón cerca del área y Jaime, bueno, Jaime decidió que ese partido había que ganarlo. Se ofreció, desbordó y tiró. No marcó pero asistió a Ángel para que hiciese el empate cuando ya nos despedíamos del día anterior. 
Con el empate, salío Erik Morán para dar aire al centro del campo y fuerza al equipo que empezaba a notarse cansado. Se entró en los últimos diez minutos, esos en los que tienes que decidir si te quedas con lo empatado o subes la apuesta y ahí el Real Zaragoza puso todo sobre la mesa. Ya hemos dicho que Jaime no tenía ninguna intención de perder ese partido y fue él quien buscó la falta cerca de la frontal rival, se revolvió hasta que consiguió lo que buscaba en la misma posición desde donde minutos antes había puesto a prueba a Casto. La última oportunidad pasado ya el minuto noventa. Entre Pedro y Jaime decidieron poner sensatez y no jugarse todo a la carta del disparo directo. La tocó el albaceteño y la puso el alicantino para que Lele Cabrera fusilara a Casto que sacó el chaleco antibalas. Que se le debió de caer justo cuando mandó el balón a saque de esquina porque en la segunda opción no pudo si no observar cómo el soberbio cabezazo de, de nuevo, Cabrera besase el fondo de las redes para despertar a la grada como sólo se despierta en los grandes partidos.
Ahora sí, el himno a pleno pulmón retumbó en los cimientos del estadio. Y es que lo que se gana con esfuerzo, con ganas, con compromiso y seriedad sabe mejor, hace sacar lo mejor de nosotros. La noche fue larga, no queríamos dejar de comentar lo bonito que fue pero es que nos quedan todavía muchas noches, tardes y mañanas más antes de que la Romareda pueda volver a ser feliz sin condiciones.

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