Resistir y vencer

05/03/2012 admin

Resistir y vencer.

Tras dos semanas sin saber qué decir, hundidos en la incertidumbre de la incomprensión, sintiendo vergüenza con el guantazo de Málaga y recordando tiempos pretéritos con esa mala tarde contra el Betis, hoy rescatamos del fondo de la garganta un pequeño aliento. Ese pequeño y resignado aliento que por mucho que tu cabecita lo reprima, te acaba saliendo del alma aunque duela. Una victoria más, un paso menos hacia el cadalso.

Ayer, visitó la Romareda un inesperado enemigo en el fango. El elogiado y nada laureado Villarreal, se encuentra a estas alturas de la competición metido en unos barros a los que no nos tenía acostumbrados y a juzgar por lo visto en la mañana dominical, les ha de costar sacar los pies del charco. Y eso que el Real Zaragoza se puso facilón en los primeros cuarenta y cinco minutos, prolongando la agonía de la Rosaleda, peregrinaje de Santa Compaña en pantalón corto deambulando por el césped. El centro del campo fue dominado por Senna y Borja Valero, beneficiarios de la deficiencia mostrada por Apoño, Rubén Micael y Abraham Minero en el manejo del balón y su recuperación. Luis García ni siquiera lo tendremos en cuenta en esta primera parte, a pesar de que una de las más peligrosas ocasiones -por llamarlo de alguna manera- que tuvo el equipo blanquillo en este periodo fuese un córner sacado por el asturiano que atrapó Diego López cerca de la escuadra. Tan sólo habían pasado un cuarto de hora del pitido inicial cuando Martinuccio nos devolvió la imagen de nuestras miserias, de los desbarajustes defensivos y la descoordinación en los apoyos, de Roberto impotente defendiendo nuestra portería. Y los minutos se fueron escapando con indiferencia hacia el túnel de vestuarios no sin que antes Manolo "el avergonzado" Jiménez tuviese que gastar un recurso del banquillo por la lesión de Lanzaro. Finalmente, Paolo Da Silva que en teoría debía descansar tras su participación con la selección paraguaya, tuvo que saltar al campo para acompañar a Paredes en el centro circunstancial de la defensa.

Sirvió de algo el descanso. Pensaremos que para que Jiménez transmitiese a sus chicos el empeño y orgullo que él pretende imprimir al equipo pero sobre todo para que el infortunio rectificase un error de partida. En el vestuario se quedo Ángel Lafita con un esguince en su tobillo y su lugar lo ocupó Edu Oriol. El ocho zaragocista mantuvo el balón más cerca del área rival y dio movilidad a la banda izquierda que funcionó mucho mejor cuando salió del juego Obradovic y tomó su posición Abraham Minero. Ruben Micael también se aprovechó del buen hacer de Oriol y pudo adelantar su posición para librarse de la presión amarilla y de las labores defensivas. En general, los maños dieron un paso adelante que ratificó el míster con la puesta en liza de Jorge Ortí -éste sí, muy maño-. El cansancio de Aranda fue apaciguado con la bulliciosidad de Ortí, entre los dos consiguieron mover el tremendo entramado defensivo del submarino más empeñado en ese momento de no perder los tres puntos que de zanjar el partido. Y el partido seguía vivo, así fuese a base de reanimación cardiorespiratoria.

Siguió el cronómetro su camino y nos quedamos más solos en el minuto setenta y ocho. La lluvia, el cansancio, el hartazgo y la convicción de la protesta contra la ineptitud directiva de nuestro Real Zaragoza, abrió las puertas del estadio para muchos. Otros, muchos también, nos quedamos ahí guiados por la corazonada de lo que podría ser. Y fue.

Otra veces, todas la veces, decenas de veces, ha sido al revés. La remontada siempre era labor de los rivales pero ayer nos tocaba a nosotros apretar los dientes y que por fin la fortuna marcase la equis en nuestra casilla. Saques de esquina, faltas cercanas al área, centros a la nada y el partido se acababa. En éstas andábamos cuando Luis García enganchó un balón fuera del área en mitad de un barullo, aprovechando un rechazo y tiró de lo único que la edad todavía no le ha negado, la precisión en el disparo. Roberto se hizo fuerte atrás mientras el resto del once se iba en busca de la justa recompensa. Detuvo el cancerbero la derrota en los pies de Borja Valero e impulsó la reacción. Ya se apagaba la esperanza y cuando creíamos que ya no había nada que nos pudiese poner de pie en esta grada, descubrimos que todavía nos queda amor por ti, infiel león cautivo. Todavía nos queda pasión por esa camiseta y por nuestras bufandas, todavía reaccionan nuestras rodillas para alzarnos por tí, Real Zaragoza. Tenía González González el silbato marcando el final casi, casi mientras que Abraham encontró el espacio en el desierto para guiarnos a la victoria. Pasó ese instante a cámara lenta ante nuestros ojos incrédulos. Ahí estábamos todos mano a mano con Diego López, pausando el disparo, haciendo imposible el fallo, empujando hasta el fondo la rabia, celebrando ese gol como si nunca fuese a llegar.

Llegó. Cambió la actitud y llegaron el gol, los tres puntos y una semana más para divagar sobre si se puede o no se puede. Se pueda o no, tú sabes, pequeño león travieso, que nunca estarás sólo, aunque hagan todo lo posible para abandonarte, siempre tendrás nuestros brazos para acogerte. Los de los que nos quedamos y los de los que se fueron cansados de verte sufrir.

Ficha del partido:

Real Zaragoza: Roberto, Álvarez, Lanzaro (Da Silva, min. 40), Paredes, Obradovic (Jorge Ortí, min. 57), Apoño, R. Micael, Abraham, Lafita (Edu Oriol, min. 45), Luis García y Aranda.

Villarreal CF: Diego López, Ángel, Gonzalo, Zapata, Jaume Costa, Marcos Senna, Bruno, B. Valero, Camuñas (Marchena, min. 82), Martinuccio (Cani, min. 59) y Nilmar (Joselu, min. 75).

Goles: 0-1, Martinuccio (min. 15); 1-1, Luis García (min. 84); 2-1, Abraham (min. 90).

Árbitro: José Luis González González (comité castellano-leonés). Amonestó por el Real Zaragoza a Paredes (min. 88). Por el Villarreal a Nilmar (min. 28), Martinuccio (min. 42) y Marchena (min. 90). Expulsó al preparador físico del Real Zaragoza, Daniel Pastor (min. 79).

Anjuel&Salduie