El Real Zaragoza saca un valioso punto en un partido muy feo y aburrido, marcado por la tempranera expulsión de Loovens. Roberto volvió a salvar a los blanquillos y el Mallorca dominó el partido de principio a fin. Los maños se pueden dar con un canto en los dientes, aunque el partido demostró la diferencia sideral entre esta defensa y la de la temporada pasada.
Es la magia que tiene el fútbol. El deporte rey se define, sobre todo, por detalles, por pequeñas jugadas. Y esos detalles pueden cambiar totalmente el signo de un partido. Ya en los primeros minutos, el partido se le ponía difícil al Zaragoza. Nsue prueba que la velocidad no es una de las mejores facetas de Loovens, y el holandés comete penalti cuando el mallorquinista se quedaba sólo ante Roberto. Era la segunda amarilla, la primera ya se la había mostrado Pérez Lasa en el primer minuto.
Podía ser un golpe psicológico mortal. Los baleares se pondrían por delante en los primeros quince minutos y con uno más. Pero de repente, apareció la figura de Roberto Jiménez. El madrileño no paraba tanto como el año pasado, obviamente, porque le llegaban menos. Pero hoy era el momento de salvar a su equipo y ahí se encontraba. Paró la pena máxima a Casadesús y realizó un partido sublime. Detuvo todos los balones excepto el empate, demasiado ya. Estuvo seguro por alto y espoleó los ánimos de sus compañeros.
El Zaragoza pasó de tener el partido en contra, a tenerlo a favor. Una falta lejana fue mal despejada por Geromel, rebotando en Ramis y dejando un balón muerto para que Postiga aprovechara a perforar la portería de Aouate. Gol de pillo que dejó en evidencia la blandura de la defensa bermellona.
Pero el Zaragoza tenía un hándicap: estaba con uno menos. A esto hay que añadirle la carga física que llevaban los maños tras tres partidos en siete días y un período de descanso muy escaso. Parece que la LFP hace oídos sordos a las quejas de Jiménez y de los equipos medianos y pequeños del mal planificado calendario. Como siempre, vamos; nada nuevo.
Caparrós enseguida reaccionó poniendo en liza a Giovanni Dos Santos para dar un aire más ofensivo a su equipo. Pereira era el jugador que más peligro llevaba en la banda. Los baleares atacaban pero no creaban ocasiones claras de gol. La más peligrosa tuvo lugar cuando la primera parte finalizaba, despejando Zuculini in extremis un centro que iba para que Casadesús remachara al fondo de las mallas.
El delantero bermellón quería resarcirse del penalti fallado. En la segunda mitad estuvo muy participativo en el juego y dio mucho trabajo a la defensa blanquilla. Jiménez decidió poner a Sapunaru de central y utilizar el físico de Zuculini para tapar la banda derecha. Los maños, cansados, ofrecían un juego muy ramplón, jugando al pelotazo y buscando la contra. Más aún cuando José Mari entró en lugar de Víctor. El roteño le dio más contención y oxígeno al centro del campo. Sin embargo, las únicas posibilidades ofensivas eran la velocidad de Montañés y los desmarques de Postiga. El portugués acabó ofuscado.
El Mallorca supo encerrar al conjunto aragonés en su área. Llegaba constantemente a las inmediaciones de Roberto y monopolizó la posesión del balón. Nunes tuvo dos ocasiones clarísimas con la testa. La primera la despejó un extraordinario Roberto y, la segunda, la mandó fuera incomprensiblemente. El Zaragoza se estaba salvando y contó con la suerte a su favor. Además el Pérez Lasa pudo haber señalado otro penalti por manos de Álvaro. No se atrevió el colegiado.
Sapunaru dio el susto, pero afortunadamente para los blanquillos sólo se quedó en un golpe. Abraham tuvo que ser cambiado por Paredes. Se notó los pocos minutos de competición que lleva el capitán esta temporada, sobre todo en un partido tan tenso como este.
Pina y Márquez controlaban el centro del campo a sus anchas; Dos Santos, Pereira y Nsue hacían mucho daño por las bandas con su velocidad y Casadesús estaba muy activo. Los blanquillos sufrían demasiado y el Mallorca perdonaba todo, hasta que llegó el gol. Zuculini se despistó, dejó toda la banda libre para que el incisivo Dos Santos llegara a línea de fondo y pusiera un balón perfecto en la cabeza de Casadesús. El ariete remató con garra, resarciéndose de su fallo desde el punto de penalti.
El Zaragoza aguantó como pudo hasta el final y puede dar por bueno el empate si lo refrenda la semana que viene con un buen resultado Vallecas. Lo malo es el justo estado físico de los jugadores y que pudo haber dejado aún más tocado a un rival directo como lo es el Mallorca.
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