El Real Zaragoza pierde su primer partido en siete jornadas. Como local y por un contundente cero a tres. Los maños no han perdido la cara al partido pese a jugar con 10 desde el minuto veintisiete por la expulsión de Cabrera.
Se acabó. Siete jornadas consecutivas sin conocer la derrota se quedan ya atrás. Lo malo es que la caída ha sido en la Romareda y cerrando cuatro partido con una cuenta goleadora de un único tanto, que la media inglesa de empate de visitante y victoria local se ha desvanecido y además con un resultado de los que duelen en el orgullo.
La tarde comenzaba bien, con una temperatura agradable, con pitos y aplausos para recibir a Javi Álamo y con el Girona sacando de centro que avanzó lo que iba a ser su juego, con el desborde de Mata ya en el primer minuto. Por parte de los blanquillos, Lluis Carreras se decidió por Dorca después de jugar toda la semana al despiste con Tarsi. Movió tres piezas a cambio de una ya que para que Albert Dorca ocupase el pivote por delante de la defensa se sacrificó a Javi Ros dejándolo de interior emparejado con Culio, cortocircuitando el enlace con Hinestroza, Pedro y Ángel.
Los primeros diez minutos fueron de dominio absoluto del Girona que abrió brecha por las bandas con Clerc y Álamo y la visión de juego de Borja García. Cuando los maños se empezaron a asentar con Dorca bastante asentado y rápido repartiendo el balón e Hinestroza bastante incisivo por su banda izquierda, llegó el gol del Girona. A la salida de un córner lamentablemente defendido por los zaragocistas que acabó en un balón franco en boca de gol para Mata.
Era el minuto veintidós y había tiempo y capacidad de reacción. Nada que no hayamos visto antes en la Romareda. Pero la perspectiva cambió por completo cuando Leandro Cabrera, pasado de revoluciones, avanzó a tapar el juego fuera de su zona en la medular y se llevó por delante a Eloi Amagat. Roja directa merecida, es posible ésta fuese la única tarjeta bien ponderada por parte de Ocón Arraiz que durante los noventa minutos mantuvo dos varas de medir para gerundenses y para zaragozanos, siendo para estos más rígida y corta.
Después de la expulsión, Carreras recompuso el equipo con un 441, metiendo a Dorca en el centro de la defensa mientras que Abraham Minero se preparaba en la banda. En ese intervalo fue en el que Christian recibió un pase en profundidad de Mata, quien había recibido un regalo de Culio en forma de balón perdido, y el delantero del Girona no tuvo oposición suficiente en la carrera del propio Dorca para plantarse sólo delante de Manu Herrera y plantear un insalvable cero a dos en el marcador. Esa fue la última acción del de Olot antes de dejar su puesto en el campo a Abraham. Diego Rico se asentó en el centro de la defensa con Guitián y su banda, la izquierda, quedó para el recién incorporado.
Lo más similar a una acción de peligro que se cobraron los locales al final de los cuarenta y cinco minutos fue una falta botada por Pedro que llegó mansa a las manos de Isaac Becerra. También a considerar un posible penalti en la jugada siguiente, donde el balón no llegó con claridad a Ángel Rodríguez en el área porque se vio interferido por las manos de un jugador rival.
La losa de los dos goles parecía definitiva para enterrar el ánimo blanquillo. Pero a la vuelta de vestuarios, ni la grada ni los jugadores daban por perdido nada. El Real Zaragoza saltó con fuerza, en los dos primeros minutos ya habían puesto a prueba al meta Becerra que sería el auténtico protagonista de su equipo en la segunda mitad. Alberto Guitián y Diego Rico se bastaron junto con Javi Ros y la generosidad de los laterales para mantener al margen las acometidas a la contra de un Girona que sufría con la velocidad en la circulación del balón. A ese cambio en el ritmo del partido contribuyó decisivamente Manu Lanzarote que entró por Pedro a los seis minutos de la reanudación.
El Real Zaragoza se mostraba agresivo mientras que el Girona se conformaba con mantener el orden en sus líneas. En el minuto once tuvo lugar una de las acciones más peligrosas, a centro de Abraham, Ángel remató a puerta con decisión pero nuevo Becerra detuvo las ansias zaragocistas. Luego fue Rico, con una falta sacada por Lanzarote, el que puso a prueba al cancerbero con igual nula suerte. Entre tanto, Campins había caído noqueado en una jugada previa por un balonazo en la cara y tenía que dejar su puesto a Dongou.
Colgados de la ilusión de poder llegar a igualar el resultado, Becerra seguía achicando balones pero atrás se quedó hueco suficiente para la carrera de Lekic, incorporado al juego en lugar de Mata, quien se plantó sólo delante de Manu Herrera y mató el partido el resultado contra las redes del fondo sur.
Hasta el último minuto los de Carreras mantuvieron la cabeza alta y la vista en la portería contraria. Sin embargo, viendo ese ímpetu, queda el poso de pensar qué hubiese ocurrido si no se hubieran regalado cuarenta y cinco minutos de iniciativa y dos goles de ventaja a un rival tan complicado y guarnecido como el Girona.
Los supuestos históricos nunca llevan a ninguna parte, nunca sabremos qué es lo que podría haber sido. Sabemos lo que ha sido, lo que ha ocurrido, un hachazo a la progresión y más dudas sobre la organización del juego maño y su eficacia anotadora. Lo que también tenemos es la posibilidad de comparar, el de esta jornada es el mismo resultado que el de aquella aciaga tarde de junio, después de ese día vino una gran remontada y mucha ilusión por un ascenso que sólo pudo escaparse en último suspiro. Es bueno conocer la Historia para mejorarla.
En la rueda de prensa ambos entrenadores han coincidido en el que el partido no ha sido un partido tan sencillo como resume el marcador, de hecho, Pablo Machín, el entrenador del Girona, ha reconocido que “el Real Zaragoza ha jugado uno de los mejores partidos que yo le he visto últimamente”. El entrenador de los rojiblancos ha querido mantener un perfil bajo cuando ha sido cuestionado por las aspiraciones de su equipo y lejos de plantearse el objetivo del play off ha preferido reseñar la importancia de asegurar la permanencia, a la vez que ha remarcado que “el Real Zaragoza nos supera en muchísimas cosas”, no se considera un rival directo de los blanquillos ya que para vencerlos “han hecho un esfuerzo muy grande”.
Por su parte, Lluis Carreras, ha hablado de que “no hay tanta diferencia entre el Girona y el Zaragoza para un cero a tres”, y que “las rachas se acaban perdiendo y da igual de la forma que pierdas” y considera esta derrota como “una parada en el camino para seguir creciendo”. Analizando el juego del equipo que preocupa en los últimos partidos, ha indicado que “nos suele costar entrar en el partido”, en cuanto a uno de los posibles factores decisivos como ha sido la expulsión de Cabrera, el técnico catalán ha dicho que las expulsiones siempre marcan pero no se sabe si son decisivas. Ha querido prestar especial atención a la buena reacción del equipo y en el espíritu positivo de la plantilla “pero hay que demostrarlo con puntos“.
El punto más controvertido de su intervención ha sido cuando ha hecho referencia a que “el otro equipo jugaba con doce a ratos”. Carreras siempre ha mantenido una posición distante con las polémicas arbitrales pero en esta ocasión y manteniendo la estricta educación que siempre demuestra en sus intervenciones, ha querido dejar este mensaje ante el incomprensible arbitraje de esta tarde en la Romareda.
Ficha del partido:
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