Punto muy valioso el rescatado por el Real Zaragoza en Vitoria. Después del empate a cero, los maños se colocan a un sólo punto del sexto clasificado.
Ayer en Mendizorroza, el Real Zaragoza firmó un nuevo partido sin derrota y rubricó la escalada peldaño a peldaño hacia la consolidación de un modelo de juego muy prometedor y, de momento, exitoso.
El Deportivo Alavés se ha convertido desde el inicio del campeonato en el equipo fuerte de la categoría, al que más está costando desbancar de la zona de ascenso directo, sin embargo ayer no se encontró cómodo para desplegar su fútbol. Por el contrario, quien sí se ubicó como quiso sobre el terreno del juego fue el Real Zaragoza que de la mano de Erik Morán, liberado en esta ocasión de presión sobre su zona, controló el dominio del balón y los tiempos del juego si bien la soledad de Ángel en punta no llevó a fructificar la propuesta. La asistencia de Pedro e Hinestroza al delantero canario no fue la suficiente y esa fue la laguna que hizo que los blanquillos no se llevasen los tres puntos de Vitoria.
A las cuestiones futbolísticas se unió también un lamentable arbitraje en todo termino que no supo marcar los límites, permitiendo jugadas duras tan a penas sancionadas con falta y elevando el listón de las amarillas por encima de lo absurdo. Hasta doce jugadores sancionados en un partido en el cual se apostó más por el juego que por el antijuego. De esos doce, Juan Culio realizó dos entradas y recibió dos tarjeta, ni una más ni una menos, en el centro de campo y sin peligro para la integridad del rival. Esta medida del arbitraje provocó que los maños jugasen durante toda la segunda mitad con un jugador menos.
Lluis Carreras optó por liberar la delantera, mantener un 441 que no modificó la forma de juego aunque sí que obligó a dar un paso atrás a todo el equipo para no perder potencial defensivo. Al respecto, hay más que destacar la figura de Guitián que no sólo estuvo atento al corte en su zona sino que no dudó en darle apertura al balón con doble intención: alejarlo de la defensa y acercarlo al deseado gol al que no se renunció pese a la inferioridad numérica. Para entonces, Ángel ya había errado en la primera parte un mano a mano con Pacheco y en la segunda sería Pedro quien desperdició la oportunidad más clara.
Opciones escasas para merecer los tres puntos pero más que suficientes para sumar una victoria.
Lanzarote ocupó el lugar de Hinestroza y revolucionó levemente, más por frescura que por brillantez, la ofensiva zaragocista que para entonces ya estaba más centrada en alejar el mayor tiempo posible y cuantos más metros mejor el balón de la portería de Manu Herrera.
Por su parte, el Alavés inquietó no más de lo previsible el arco del guardameta madrileño y no fueron capaces de aprovechar la superioridad ni los huecos. Al contrario, se encontraron imprecisos en los pases y escasos de ideas.
Llegado el minuto ochenta y ocho, cuando Rubén entró para sustituir a Ángel, los desplazados a Mendizorroza y los que lo vieron por la tele, también los que lo oyeron por la radio desde el lado zaragocista, ya celebrábamos la no derrota y sumar un punto más. Ganarle un punto al infierno.
Ahora, de vuelta a la Romareda, nos queda enfrentarnos este sábado al Albacete, la ocasión de volver a figurar en la zona amarilla de la tabla, en la que da opción al play off. Pero el reto y la ambición deben ir más allá. Quedan partidos y puntos, la suma no es fácil pero lo importante es restar semana a semana, restarle diferencias a los líderes y seguir creyendo que sí se puede.
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