El Real Zaragoza enlaza la quinta victoria consecutiva y se sitúa a tan sólo un punto y un puesto de la promoción de ascenso.
Las mañanas de domingo con fútbol son mejores. Brillan más, tienen un azul en el cielo especial y en matinal de la Romareda el sol entre las nubes lo hizo resplandecer el juego superior del Real Zaragoza. Superior por comparación hacia el rival y superior por la calidad.
Hubo cantidad, de goles y ocasiones, y hubo calidad. Cuantitativa y cualitativamente este Real Zaragoza sigue la suma de tres en tres y le empiezan a cuadrar las cuentas. Contra el Lorca las gradas llenas esperaban aumentar la racha triunfal y el cuadro de Natxo González no defraudó.
Las ausencias por sanción de Grippo y Pombo retocaron el once predilecto del zaragocismo pero ni Mikel González ni Papu desmerecieron en sus posiciones. De hecho, fue el georgiano el que abrió la cuenta goleadora en el diecisiete, justo un minuto después de que Borja Iglesias errase lo imposible para un nueve que se enfrenta en el uno contra uno al portero y de que el propio Papu cruzase el balón demasiado en la segunda jugada. Fue Eguaras, el firme puntal del rombo zaragocista, el que encontró el pasillo a la desubicada defensa murciana para que Papunashvili marcara velocidad de crucero hacia la portería rival.
Con el uno a cero, Fabri fue incapaz de hacer entender a sus jugadores el suicidio futbolísitico que suponía mantener la defensa tan adelantada y Aleix Febas degustó cada espacio y cada triangulación. La vanguardia zaragocista encontró el espacio y desmontó los escasos argumentos del Lorca. En el minuto veinte llegó la redención de Iglesias y desde el lado izquierdo encontró una autopista desde casi el mediocampo hasta el destino gol.
La tranquilidad y la euforia fueron creciendo en la grada. La calma de saber que el partido estaba controlado y la ahogada euforia de ver aproximarse el objetivo deseado de, de momento, estar en la lucha por los play off de ascenso.
Ya a la vuelta del descanso, el desbarajuste defensivo nuestro de cada día concedió un gol impensable para el equipo de Lorca. Pero la superioridad aplastante de los blanquillos recuperó su rango tan sólo un par de minutos después cuando Eguaras sirvió su segunda asistencia de la mañana para que Perone se elevase sublime para cabecear al fondo de las redes el balón.
El tres a uno fue definitivo para destapar los cánticos callados de una grada hambrienta de estos resultados. Se puede, se quiere y pobre del quiera robarnos la ilusión.
El análisis futbolístico de este reinventado Real Zaragoza ya le levanta por encima de la media de juego desplegada por la categoría en la que compite. El patito feo está creciendo como un magnífico cisne que se soporta sobre la intensidad recuperadora de un mediocampo creativo y asociativo con una ambición ofensiva clave para volver a la idea raíz del zaragocismo, la que cree en que los partidos se ganan marcando más goles que el rival aunque sin olvidar el esfuerzo y el sacrificio defensivo.
El próximo sábado se juega un partido para valientes. Sexto y séptimo frente a frente en un derbi de los tiempos de primera. Rivalidad y necesidad en el Reino de Navarra. Y vuelven las semanas deseando que llegue el fin de semana, quemando cada día con ganas de tí, de tardes de azul y blanco, de noches de cuentas y de más ganas de tí.
*Foto: realzaragoza.es
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