El Real Zaragoza alcanza por fin los puestos de play off para el ascenso tras su sexta victoria consecutiva. Vecieron con dos goles de Borja Iglesias a Osasuna en Pamplona.
El pasado sábado se citaban a la hora de la siesta dos clásicos acostumbrados a verse las caras en la primera división española. Osasuna y Real Zaragoza reeditaban un nuevo derbi, rivalidad en la grada y sobre todo en el campo donde la igualdad clasificatoria auguraba un encuentro vibrante y no defraudó.
El Real Zaragoza volvía al once de gala con Pombo de nuevo acompañando a Borja Iglesias en la delantera y el retorno de Grippo a la zaga para sumar junto a Perone en las labores defensivas. Un once convencido y trabajado que enseguida empezó a notar lo que significa enfrentarse a los rivales de su nueva liga.
El sistema defensivo del Osasuna desactivó el vértice superior del rombo y Febas se disolvió sin lograr que engranase el soberbio trabajo de Eguaras, Zapater y Guti con la delantera. Por otra parte, la velocidad de Borja Lasso y Quique González hizo sufrir a la defensa zaragocista que encontró su ángel de la guarda en los guantes de Cristián Álvarez.
Sin duda, el rosarino fue el protagonista de la tarde. Una tras otra fue desbaratando las ocasiones generadas por los osasunistas. Por bajo, por alto, en el uno contra uno, en un palo, en otro, un taxi a la salida del vestuario. Lo paró todo, lo parable y lo imparable. Inconmesurablemente sobrio y solvente Cristian Álvarez acudió al rescate en el momento preciso, comandó el trabajo de resistencia y desgaste que terminó desquiciando a los rojillos y allanando el avance para la victoria blanquilla.
Especial mención el vuelo a mano cambiada que sacó en el minuto cincuenta y cuatro un disparo envenenado de Borja Lasso desde fuera del área. Y de ahí, de la absoluta agonía atacante del Osasuna y en el extremo opuesto del campo, fue Borja Iglesias el que esta vez sí aprovechó las oportunidades con una extraordinaria pulcritud.
Ejerció de killer Borja y disparó sin piedad al fondo de las redes el balón servido por Alberto Benito desde la derecha en un pase atrás clásico que culminaba una jugada maravillosa en la base y coronada con elegancia por Buff, quien había entrado ya en el minuto cuarenta y dos para romper la desconexión en la que vivía Aleix Febas. Era el minuto sesenta cuando el Real Zaragoza se adelantaba en el marcador y de ahí en adelante la dinámica del partido cambió al menos en espíritu. Las sensaciones se decantaron por la efectividad maña frente a la insistencia pamplonesa.
En esa efervescencia creció de nuevo la figura de Buff que cedió a Toquero la opción de cesión para Borja Iglesias que se quedó en franquía para plantar el cero a dos. Minuto ochenta y la certeza de que el partido estaba cerrado. La certeza que otorga la dinámica positiva en la que crece este equipo y esta afición basada en un trabajo de mono azul puesto que la suerte suele acudir en auxilio de quien labora por ella.
El último segundo del partido fue para el gol perseguido por los osasunistas. Nada que aportar a un resultado merecido por cuestión de facto.
La sexta victoria consecutiva fue apadrinada desde la grada por las gargantas zaragocistas que viajaron para disfrutar y alentar a los suyos. A los que ya son suyos de pleno derecho. La levadura perfecta para levantar la masa de una grada que levanta ya la cabeza con serenidad y con la justa vanidad alimentada por ochenta y seis años de historia.
Desde las posiciones de play off ya se ve más cerca otra realidad que nos saque esta anomalía coyuntural. Ahora toca seguir sumando y sumando y descontando de los rivales. La siguiente final en la Romareda y frente al Sevilla Atlético. Se puede, se quiere, se debe.
*Foto: realzaragoza.es
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