Un punto

06/09/2015 @Mariluzsanchez

El Real Zaragoza empató a uno frente al CD Leganés en un partido soso que sólo deja como dato positivo el punto sumado.

 Eso fue lo único destacable, rescatable y reseñable de la tarde en Butarque después de noventa minutos famélicos de fútbol. Un punto y vuelta a casa.

El Real Zaragoza afrontaba esta tarde la segunda visita a domicilio de la temporada y se presentó en el campo sin mucha intención de molestar a su anfitrión. El CD Leganés, por su parte, salió a jugar su partido presionando e incomodando desde el minuto uno y buscando continúamente la espalda de la defensa blanquilla con la velocidad de Borja Lázaro y Eizmendi. Allí, agazapado atrás le esperó durante toda la primera parte el Real Zaragoza, cerrando filas en torno a Manu Herrera que debutaba en la portería. Gracias a él, el marcador fue el que fue, sus aciertos despejaron varios balones que en otras circunstancias hubiesen sido gol y sus desaciertos pusieron la inquietud en la zaga.

Sin embargo, no fue culpa de Manu Herrera el gol del Leganés. Al filo del descanso, un córner concedido por la zaga zaragocista fue peinado a la limón por Marc Bertrán y un jugador pepinero para que Borja Lázaro cabecera cómodo en el centro del área. Hasta ese momento se habían visto a dos equipos sin fútbol que omitían la transición por el centro de campo. En la segunda mitad seguirían igual.

Esta circunstancia al Real Zaragoza le hace daño. La falta de movilidad en los pivotes y que la segunda línea reciba el balón tan cerca de la línea de medio campo paraliza las ideas del equipo. Wilk y Dorca se dedicaron exclusivamente a achicar balones y mantener la posición mientras que Jaime, Pedro y Aria no existieron, literalmente, ninguno de los tres llegaron a entran en el juego, incluso se duda si Aria llegó a estar sobre el césped. Jaime, ausente del trabajo defensivo, fue el más bullicioso de los tres pero ni mucho menos fue el jugador desequilibrante que nos gusta, entre otras cosas porque vivió el partido en esa zona de nadie, roma y estéril entre el medio campo propio y el medio campo contrario. Ni chicha ni limoná. Demasiado camino por recorrer entre una y otra área que tan sólo los porteros y los despejes en largo de ambas defensas enlazaban.

En la aridez del encuentro, fue Ángel el que puso algo de voluntad para intentar sacar balones de los errores rivales ante la ausencia de apoyo por parte de sus compañeros. A la vuelta de los vestuarios, Ortuño entró para apoyar al delantero canario pero lo único que se vio fueron dos náufragos haciéndose compañía. Jorge Díaz sustituyó a Jaime y al menos canalizó pases desde la banda hacia el interior y las piernas frescas pusieron el contrapunto a un Leganés que se empezaba a agotar. Precisamente, fue el uruguayo de Cambrils quien consiguió el justo gol del empate aprovechando la segunda jugada después de un cabezazo de Ángel. Justo porque en la intranscendencia generalizada del encuentro el Zaragoza hizo valer el oficio para que con la ley del mínimo esfuerzo llevarse botín ante un rival rocoso e incómodo. Es bueno saber que cuando falle la imaginación el fútbol básico va a subsistir.

Aun quedaban veinte minutos por jugar pero ni el Leganés supo tener un punto más para revolucionar el partido, a pesar de que contó con más ocasiones hasta el pitido final, ni el Real Zaragoza expuso lo conseguido. De hecho, el último cambio manifestó el espíritu de conservación con la entrada de Abraham en lugar de Ángel Rodríguez.

Fútbol rácano, conservador, feo, triste, lento, aburrido. Fútbol básico. Fútbol al fin y al cabo que nos sirvió para pasar sin pena ni gloria, sin daños estructurales, una jornada de transición hacia dos encuentros importantísimos en la Romareda. Jornada 4 frente al Córdoba y jornada 5 contra Osasuna. A partir de ahí tocará definir en qué parte de la tabla quiere competir el Real Zaragoza.

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