13/03/2011 admin

Como dijo Pedro Hernández, periodista de Aragón Televisión esta semana, ver que el zaragocismo sigue vivo no tiene precio. Está más que vivo, más que vivo el espíritu de la afición y más que vivo este equipo. Los que eran la peor plantilla de la historia, los que en la jornada dos se encontraban ya desahuciados, los que habían llevado el aburrimiento y la desazón, la indiferencia a las gradas de la vieja Romareda, esos mismos son los que hicieron en la noche de ayer que se oyeran de nuevo crujir los cimientos de este venerable abonado del IMSERSO que es el Municipal, ese marco de la historia que ha forjado el hormigón de sus pilares con las lágrimas de alegría y los sollozos de tristeza de las noches de penumbra y las de las tardes europeas. Nuestro pequeño teatro de los sueños -de las pesadillas ultimamente con fantasma de la ópera incluido- volvió a ser lo que era, lo que los que llevamos muchos lustros allí sabemos que es.

Surgió la chispa, el flechazo a primer toque, volvió a fluir la energía entre nuestros chicos, los del calzón corto de azul intenso y nuestra gente, los de las bufandas al viento, las gargantas afónicas, las banderas petulantes y los cánticos que ensordecen la propia voz. El partido era de esos que se marcan con una equis en el calendario y el rival de los que gusta poco ver. El Valencia llegaba a orillas del Ebro con el peso de la eliminación de la Champions League y con el vacío de estar en la intranquilidad de una tierra de nadie en el tercer puesto de la BBVA. Es inegable que el Valencia es un equipo superior, muy superior, en número de efectivos, recursos y calidad que nuestro Real Zaragoza y sin embargo ayer fueron el gato burlado por los malditos roedores. Ante la pasividad de los valencianistas, los mañicos del león hcieron y deshicieron a su antojo. El centro de campo con Gabi, Jorge López y Ander creó fútbol, sacó fútbol de sus botas aletargadas mientras que Ponzio ejercía de candado en la fortísima defensa zaragocista. Diogo, Contini, Jarosik y Paredes formaron la línea de cuatro que ahogó una y otra vez las esperanzas de Joaquín, el jugador más activo del equipo Ché junto con Jordi Alba. Nada de lo que intentase el Valencia sería suficiente frente a la disposición táctica y la predisposición anímica de los chavales de Aguirre. Defensa adelantada, presión en el centro de campo, salida rápida del contragolpe y una ejecución de manual de las esencias del fútbol.

Tan buena pinta tenía lo que había que había que ponerle buenos puntos a esos párrafos escritos sobre el verde de la acequia. El primer punto y aparte lo puso Jiri Jarosik, cabeceando una falta sacada al segundo palo por Javi "el jabalí" Paredes. Minuto cuatro, quizás demasiado pronto, tantos minutos y tan pocas uñas para masticar. Pero el Zaragoza era como una esponja bajo la lluvia que va creciendo poco a poco y su afición las gotas que lo hinchan. Fue creciendo y Uche sirvió en bandeja de plata un balón a la espalda de la defensa para que Ander Herrera galopase hacia la victoria. Saltos, abrazos, besos. La felicidad escrita con tinta azul sobre un folio blanco.

Al descanso, en los pasillos, se contenía la alegría. Todavía quedaba mucho, lo que no podíamos imaginar es que ese mucho iba a ser tan grato. Por una vez la diosa fortuna selló su quiniela con un uno fijo para el Real Zaragoza. Volvimos, nos sentamos y se asentó el Valencia. Salió Mata y se vino arriba su equipo pero el ritmo, el tempo, la cadencia del partido era la que marcaba la batuta zaragocista. Cada vez que un balón era interceptado por Gabi, por Ponzio, por Jorge López, por Ander Herrera, por Bertolo, por quien quiera que fuese de nuestros muchachos tan sólo había un objetivo en sus mentes: la portería. Ike Uche volvió a ser una vez la referencia, el norte de la brújula de este equipo que andaba perdido como en el bolero, sin rumbo y en el lodo.

Las incertidumbres se aliviaron en el minuto veinte de la segunda parte, cuando González González señaló el punto de penalti, expulsó a Stankevicius -Stankevici según el luminuso-, Gabi abrazó la pelota como un niño en el parque y puso cara de malote. Y a partir de ahí botó el fondo norte, llegaron las olas, resonó el himno, en pie para despedir a Uche y los flashes sobre el marcador para tener constancia de lo que estaba pasando. Pasó más. Pasó Braulio sobre la pierna de Albeda. Otra vez Gabi y otra vez el campo en pie para agradecer al capitán tantos partidos luchados en el desánimo. Gracias Aguirre por darnos la oportunidad de despedirle como merece.

El Valencia era un naufrago resignado llevado mar adentro por la marea. No tenía ganas de pelear y ni Braulio ni Jorge López acertaron a sacar más leña del tronco inerte sobre el pasto. Los zaragocistas nos escurrimos en el asiento a disfrutar, a por una vez no acabar suplicando al cielo y al infierno que terminase el martirio. Ayer no hubo martirio, hubo fiesta, baile y luces de feria, guirnaldas decorando las calles.

Ya queda menos, pero seguro que los cuatro partido que quedan en casa, los doce teóricos puntos que nos quedan para salir de la UCI y cortar la hemorragia serán más fáciles de lograr con el aliento de los zaragocistas, con el ánimo alto como anoche, con las gradas llenas de ilusión. Y es que, Real Zaragoza de nuestros desvelos, no dudes, ni por un momento, ni por un instante, que si tú me dices ven lo dejo todo...

P.D.: Desde aquí nuestro aplauso a Galletti ya que ayer apenas nos dejaron hacerlo.

Ficha del partido:

Real Zaragoza: Toni D., Diogo (Da Silva, min. 86), Paredes, Contini, Jarosik, Ponzio, Gabi (N’Daw, min. 79), Jorge López, Ander, Nico Bertolo y Uche (Braulio, min. 59).

Valencia CF: Guaita, Bruno, Ricardo Costa (Ever, min. 35), Stankevicius, Mathieu (Mata, min. 56), M. Topal, Tino Costa, Jordi Alba, Joaquín, Soldado y Jonas (Albelda, min. 66).

Goles: 1-0, Jarosik (min. 4); 2-0, Ander (min. 40); 3-0, Gabi, de penalti(min. 65); 4-0, Gabi, de penalti (min. 75).

Árbitro: José Luis González González (comité castellano-leonés). Amonestó por el Real Zaragoza a Paredes (min. 27) y Gabi (min. 52). Por el Valencia a Tino Costa (min. 45), Banega (min. 64) y Albelda (min.75). Expulsó con doble tarjeta amarilla a Stankevicius (mins. 42 y 63).

Anjuel&Salduie

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