En el año 1991 visité el Sadar por primera vez. Fuimos 10 personas a pasar el día por Pamplona, cuando después de comer nos pillo un grupo muy numeroso de personas de Osasuna en una calle y sin mediar palabra comenzaron a tirarnos ladrillos. Fue una situación límite. Han pasado los años, y no he podido borrar el pánico y la impotencia que sentí aquel día. Dije que jamás volvería a pisar aquel estadio, para colmo perdimos el partido 1 a 0 con gol de Urban. Fue la primera vez que oí el famoso cántico contra nuestra Virgen, el cual fue abroncado por todo el Estadio hacia aquellos Indagorris que no había oído en mi vida.
Pasaron los años, y desde la lejanía veía como cada año se estaban distanciando más las aficiones. Cada partido oías agresiones por un bando u otro, pedradas, rotura de coches, etc, después llegó una travesía de unos cuantos años en 2ª de Osasuna, y algún descenso nuestro, y cada vez eran más escasos los aficionados de uno u otro equipo que se desplazaban a Zaragoza o Pamplona.
Este año, como miembro de la Federación de Peñas, nos planteamos la posibilidad de hacer algún gesto con la otra Federación para intentar hacer un acercamiento entre los aficionados que sólo quieren desplazarse a una ciudad cercana para ver a su equipo. Desde el primer momento la Federación Osasunista se puso de nuestro lado para que todo fuera de cine. Nos facilitó entradas a precio asequible para los peñistas que se quisieran desplazar, y prepararon una serie de actos para pasar una tarde junto a ellos.
Cuando sobre las seis de la tarde pisé Pamplona después de 22 años desde aquel día, sentí miedo, preocupación, me volvían las imágenes de los cascotes de ladrillos cerca de mí. Cuando nos recibió Germán y su gente, y empezamos a pasar la tarde junto a ellos, todos mezclados, acompañando primero a los jugadores veteranos de los dos equipos a una ofrenda floral a su patrón Francisco Javier, y después a recibir a los autobuses de ambos equipos y a tomar unos litros por los aledaños del Sadar, me quité una espina que durante tanto tiempo tenía clavada hacia todo el osasunismo. Por fin pude disfrutar en una ciudad cercana, de una gran tarde con otra afición, cada uno con sus colores y sus equipos, pero unidos por la pasión del fútbol y de la deportividad.
No lograré entender algunas críticas que han llegado, sobre todo desde algunos medios de comunicación sobre este intento de normalizar algo que no tenía que haber ocurrido jamás. A todos nos conviene que cada año, más gente le apetezca viajar a Pamplona, y que nos visiten más navarros La Romareda, y estos detalles, son los que hay que venderlos como algo bueno. Vale ya de buscar culpables sobre quien ha sido el más malo de la película. Anoche en los bares pamploneses, un montón de gente con las camisetas y bufandas de Osasuna, nos estrechaba la mano, nos daba ánimos para seguir con esto, nos felicitaba por intentar luchar por volver a los tiempos de antaño.
No será fácil, y siempre habrá algún descerebrado que te puede amargar la tarde en una ciudad u otra, pero tenemos que ser todos los aficionados normales, los que hagamos esos casos cada vez más aislados. Ojalá… , por lo menos intentarlo.
Gracias a Germán y todos sus compañeros de la Federación, por hacerme disfrutar de un gran día, pese al mal resultado de mi equipo. Volveré, seguro.
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