Abandonad toda esperanza

04/08/2014 @rancholand

  

UNA REFLEXION ZARAGOCISTA EN CLAVE DE PERSONAJES DE TERROR.

“Bienvenido a mi casa, entre libremente y por su propia voluntad y deje parte de la felicidad que trae”, aunque mucha gente no lo crea esta cita no es el eslogan de la campaña de abonados del Real Zaragoza, es, por el contrario el saludo que el mítico Conde Dracula dispensa, al agente inmobiliario, Jonathan Harker al penetrar en su legendario castillo de los Cárpatos, y es que tras sucesivas campañas, instando a la afición a no abonarse, por los más variados e incluso llegaría a decir grotescos motivos, parecía que acudir a la Romareda era como adentrarse en el castillo del mencionado conde: un ejercicio de terror infinito y una forma de alimentar el mal, en resumen tras la evolución del…” no me siento identificado”, “me avergüenzo de este equipo”,  “con Agapito no sigo” al….. “Yo no me abono”, se llegó a una situación tal en la que lo que le pudiera pasar al club tan solo era un daño colateral, y al igual que le pasara al Conde Dracula ,cuando la vida dejó de acompañarle para convertirse en un “no muerto”, el Real Zaragoza, como club, también daba muestras de estar en un estado de animación suspendida, pues si para Dracula…. “la sangre es vida” para nuestro club su signo vital es la afición y por un motivo u otro solo unos pocos mantuvieron con un hálito de vida a la institución, lo describe muy bien Dracula “no hay vida en este cuerpo, yo soy nada, sin vida sin alma, odiado y rechazado, estoy muerto para todo el mundo”.

Y es que como zaragocista el momento más triste de mi existencia ha sido observar la Romareda casi vacía y al Zaragoza abandonado por los suyos, solo unos pocos sosteniendo al club acaso por un ideal, por una idea romántica (sin cabida en este mundo mercantilizado) una pasión, un sentimiento, una cuestión genética, una forma de vida, una liturgia religiosa o quizás algo más prosaico, pero no por ello menos importante. Y todo esto por encima de plantillas hechas de retales que nos hacían exclamar como Frankenstein (por cierto hecho de retales también) “Maldito sea el día que recibí la vida” de autenticas pesadillas como los sucesivos culebrones de compra venta, donde parecía que, precisamente, el protagonista por antonomasia de todas las pesadillas al fin habría de hacerse con el Real Zaragoza… ¿no recuerdan el “Freddy viene a por ti”? si aquel de Pesadilla en Elm Street, por no hablar de las acusaciones de colaboracionismo con el régimen agapitista, por el simple hecho de renovar el abono y que a mí me hacen recordar a este propósito la frase del doctor Jeckyll acerca de esta suerte de linchamientos…  “siento una repugnancia muy grande hacia los procedimientos inquisitivos me sugieren algo de lo que veremos el día del juicio final” por cierto, muy cerca de este estuvimos, pero a pesar de todo esto, plantillas deficientes, mala gestión, incertidumbre por el futuro y ataques por los “yo no me abono, y no quiero, además que nadie lo haga” el Zaragoza, como club, ha conseguido mantener la fidelidad de una no muy numerosa masa social, pero sí significativa, teniendo en cuenta los factores antes mencionados, y si Dracula decía que..  “el hombre más afortunado que pisa esta tierra es aquel que encuentra el amor verdadero” esperemos que el Zaragoza sea también agraciado y afortunado en este sentido, en mantener el amor y la fidelidad a sus colores, de una masa social cada vez más numerosa y  por encima de los avatares que le toque afrontar.

Y no quiero olvidarme al final de esta breve reflexión, de Jonathan Harker, el agente inmobiliario, que al principio de la misma dejábamos en la puerta del castillo de Dracula, quien haya disfrutado de la novela de Bram Stoker, sabrá que entre el viaje a los Cárpatos, el tiempo que pasó secuestrado en el castillo del conde, su posterior huída, su estancia en el convento de las monjas que le acogieron y su recuperación en un Hospital de Budapest, Harker pasó no menos de dos años alejado de su Londres natal, y cuenta una leyenda del sur de esta ciudad, que cuando después de las peripecias sufridas,  Jonathan llego allí, lo primero que hizo fue preguntar por su equipo de fútbol, sí, por su equipo de fútbol, nadie le oyó interesarse, por su madre, ni por su padre, ni por su prometida, ni mucho menos preguntar si le iban a respetar el número de abonado, seguro que nuestro agente inmobiliario jamás se lo cuestionó, porque entre otras cosas, plantear que te ha secuestrado un vampiro, para mantener tu antigüedad en tu club de fútbol, resulta una excusa, cuando menos poco creíble, sino ridícula. 

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