Sueño de una noche de verano

Una crónica de Anjuel y Salduie.

Sí, sí, sí, no tiene mucha imaginación el título pero es tal cual. No es por amor a Sheakespeare, al recurso fácil de la culturilla general ni por el duende que destiló el juego desplegado por ambos conjuntos. Qué va, es por la literalidad del tema. Eran casi 40 grados de verano, indecentemente de noche y el partido fue tan bochornoso, agotador, incómodo, superficial y poco reparador como conciliar el sueño entre San Juan y San Miguel.

El proyecto zaragocista de Manolo Jiménez echó a andar en la BBVA con más balbuceos y tropezones de los que se esperaban. Frente al Real Valladolid de Djukic, los blanquillos pisaron el maltrecho césped de la Romareda con la carencia defensiva de un lateral diestro. Para paliar la situación, el míster decidió meter a Abraham Minero a pierna cambiada en lugar de recurrir a la polivalencia de alguno de los centrales. Con Roberto Jiménez en la portería, Álvaro y Paredes de centrales, Obradovic en el lado opuesto que Abraham, Romaric y Zuculini de pivotes destructivos y Apoño de creador, abiertas las bandas por Edu Oriol y Montañés para buscar el remate de Postiga, se presentaban los maños ante su público y un Valladolid recién ascendido que si bien propone un buen trato del balón no deja de ser un equipo blando y con el barro de la segunda división todavía en las botas.
 
Pero si el uno era blando el otro romo absolutamente, inocente e inoperante ofensivo. La primera parte fue un ir y venir de imprecisiones en la que ganaron los pucelanos por un rebote del ex zaragocista Óscar González. El cero a uno del marcador final poco tuvo que ver con la respuesta zaragocista tras el descanso. Los cuarenta y cinco minutos del día siguiente se vivieron en terreno blanquivioleta a excepción de un dudoso penalti que sacó el madrileño Roberto. Sin embargo, es difícil imaginar a Agustina de Aragón repeliendo franceses con el cañón cargado de confeti. Mucho atacar y poco rematar. Y eso que Postiga lo intentó, se movió entre líneas y que Oriol supo leer el juego de sus compañeros para incidir en área, incluso José Mari –este chico que venía para el filial y ahora tiene ficha del primer equipo y planta de buen jugador- infundó al centro de campo la fortaleza y la orientación que ni Romaric ni Zuculini a la limón supieron darle en el primer tiempo.
 
Se cercó la portería de Jaime pero ni uno sólo de los jugadores blanquiazules acertó a disparar, rematar o empujar el balón entre los tres palos y, si la memoria no falla, esto del fútbol va de meter más goles que el contrario y para eso hay que conseguir que en algún momento el esférico se direccione hacia la demarcación de portería. No fue la noche, las jugadas morían en la impericia de Aranda, el cansancio de Postiga o la candidez de Wílchez o Montañés.
 
Y ya está, ya podemos empezar a hablar de mala planificación, fichajes bluf, fallos de entrenador, pulsos a la directiva, mal ambiente, no cobro no corro, manos negras, espíritus de las navidades pasadas y todo lo que se nos ocurra pero lo cierto es que era la primera jornada, perdimos tres puntos de ciento catorce de momento y encima no son horas para estar pasando calor y vergüenza. Por qué no dejarlo en la anécdota del partido que empezó un día y acabó otro, en una charlotada, en un experimento con gaseosa, en la bufonada del año. Seguro que el día que jueguen a una hora normal, de personas normales y no de aves de rapiña o carroñeras, una de esas en las que apetece ir al campo no echarte a dormir vemos todo más claro, incluso la portería contraria estará ahí para nosotros seguramente.
 
Ficha del partido:
Real Zaragoza: Roberto; Obradovic (Wílchez, min.68), Paredes, Álvaro, Abraham; Romaric (José Mari, min.46), Zuculini (Aranda, min.56); Montañés, Apoño, Edu Oriol; y Postiga.
Real Valladolid: Jaime; Rukavina, Jesús Rueda, Marc Valiente, Balenziaga; Omar, Álvaro Rubio (Sastre, min.78), Ebert (Lolo, min.87); Óscar y Javi Guerra.
Goles: 0-1. Min.45, Óscar González
Árbitro: Hernández Hernández. Amonestó por el Valladolid a Jaime, Álvaro Rubio, Óscar González, Sastre y Lolo y por el Zaragoza a Apoño y José Mari.