Hace años contaba Marianico el Corto un chiste sobre dos hombres que iban a un restaurante y pedían langosta para cenar. El camarero les preguntaba si la querían macho o hembra y ellos decían que cual era la diferencia. El camarero les decía que la hembra es la que lleva los huevos debajo la cola a lo que uno de los comensales respondía:”Joder, cuarenta años que tengo y ahora me entero que soy hembra”.
El chiste es malo, ya lo sé, echadle la culpa a Marianico, pero viene a cuento porque en este momento yo me siento parecido con respecto a mi relación como aficionado del Real Zaragoza. Parece que se haya instaurado un nuevo modelo de zaragocismo.
Yo siempre he pensado que ser zaragocista implicaba seguir al equipo, animarlo, arroparlo y disfrutar con sus triunfos y sufrir con sus derrotas, pero poco más. Es cierto que nunca he sido, ni lo he pretendido, un zaragocista con pedigrí, de pata negra. No he ido a ninguna final. No he hecho ningún desplazamiento. Cuando pierde el equipo, yo ceno igual que si hubiera ganado, desde hace siete años deje de ser abonado, curiosamente en plena euforia por una clasificación europea vía Liga. Dije que ya no me abonaba porque me desilusionaba mucho la política deportiva que estaba siguiendo la entidad. La salida de Longas aquel verano me marco y mucho, así como la llegada de jugadores que nunca entendí, como Ayala. Pero aun así me abone al Plus para seguir a mi equipo o al que yo, hasta ahora, consideraba mi equipo. Compraba todos los partidos y según palabras de Bandrés, colaboraba mucho más que un abonado, pues la aportación económica del abonado era nimia comparada con la de la tele.
Mi zaragocismo no es ejemplo para nadie, ya lo sé. Pero es mío, así siento yo a mi club, a mi equipo y nunca he criticado a nadie por sentirlo de otra manera.
Ahora, de un tiempo a esta parte, parece que todo esto no sirve. No sirve, tampoco, ir al campo a animar, hacer cientos de kilómetros para ir aquí o allá siguiendo al equipo, animándole y celebrando cuando marca un gol. Todo eso no es ser zaragocista, más bien todo lo contrario. Ahora la tendencia es cabrearse cuando el equipo marca un gol que supone la salvación, irse del estadio en señal de protesta, hacer agapiradas, agapitadas y concentraciones o quedadas sin pedir permiso a la Delegación del Gobierno. Esa es, ahora, la quinta esencia del zaragocismo. Y quien no la aplica en todo o en parte es un mal zaragocista, aunque lleve 50 años de abonado o sea socio de los de acceso a la junta por derecho propio y no juntando acciones de mil socios diferentes de aquellas que regalo Agapito.
Si osas escribir un artículo en una web zaragocista agradeciendo a un señor que dé el paso y anuncie que está dispuesto a comprar el club, te ponen de chupa de domine por las redes sociales. En cambio, si unos señores están semanas y meses anunciando que están intermediando con presuntos compradores que cambian de nacionalidad como yo cambio de gayumbos, pasando de mejicanos a alemanes y posteriormente a holandeses mucho más rápido que acelera el Ferrari de Fernando Alonso, eso merece la alabanza y la admiración de todo el zaragocismo. Ni en mil vidas les pagaremos sus desvelos. Palabrería barata es lo que a mí me parece.
La última es la de ayer. El precio por ver al filial jugarse el ascenso a 2ªB ha levantado ampollas. Es cierto que con un precio más asequible se podría pensar que la Romareda estará llena y el equipo estará mucho más arropado, pero no olvidemos que esta temporada ha habido muchos partidos con entrada libre y la ciudad deportiva ha albergado a los incondicionales del filial de siempre, esas 500 ó 600 personas que pocas veces fallan. Yo que tengo el culo pelado de ver al filial, aseguro que ni cuando nos jugamos la promoción contra el filial del Madrid, con precios muy baratos, se fue capaz de llenar la grada de tribuna. Ni tan siquiera cuando el filial jugaba en la Romareda después del primer equipo eran capaces de quedarse más de 1000 personas viendo a los chavales. Pero en este momento, el precio de las entradas le ha venido bien a los zaragocistas de pro para volver a meterse con el club. Esos zaragocistas que tanto han protestado, ahora que el club ha reculado y puesto un precio más asequible, luego no irán a ver al filial con alguna excusa como la de no darle beneficios a Agapito y, por ello, serán loados y alabados por el resto del zaragocismo de elite.
Recordando el chiste de Marianico, 44 años que tengo y ahora me entero que no soy zaragocista. Y si el zaragocismo actual es todo esto, orgulloso estoy de no serlo.
Que paren el mundo que me quiero bajar. Un poco mas de sentido común y un mucho menos de mala leche y de afán de protagonismo y de poner etiquetas, no nos vendría mal. Eso sí, luego se habla de unidad y de unión de todos, mientras se separa a los que ellos consideran garbanzos negros.
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