Presentes por la fe

26/03/2016 @Mariluzsanchez

El Real Zaragoza disputó el año pasado la primera eliminatoria del play off con el Girona. La remontada en Montilivi fue una inyección de ilusión para el zaragocismo en horas bajas.

 Hace poco más de nueve meses, todos los aficionados del Real Zaragoza se acercaban a las gradas de su estadio con una mezcla de ilusión por lo que podía ser y la certeza de lo complicado de la empresa. Era el mes de junio y tras una temporada irregular que empezó cuando nadie espera si quiera que empezase, el premio de los play off, la opción de pelear un poquito más por nuestros sueños, se materializaba en el verde de la Romareda con un rival herido en el orgullo. El Girona FC acaba de perder el ascenso en los últimos minutos del último partido de la última jornada. 

Aquella noche se aplicó la lógica del fútbol. El tercero ganó al sexto y con claridad. El pitido final del árbitro decretaba el K.O técnico. Sin embargo, aquel final fue el inicio de uno de esos momentos maravillosos del fútbol.
 
 “Sabíamos que era algo casi imposible, pero la fe fue in crescendo cada segundo que pasamos en Girona”, Rubén García recuerda cómo tuvieron que hacer ajustes en el último momento porque todo estaba preparado para viajar a Gijón, pero el Sporting logró subir como segundo y rápidamente hubo que hacer y deshacer reservas para cambiar la ruta al este. Esa ruta se amargó tres días antes de iniciar el viaje, lo que hizo que muchos se quedasen en Zaragoza. Otros se pusieron en marcha la misma mañana del 14 de junio. Era un viaje para creyentes.
 
El claro ejemplo de que esta afición siempre sabe levantarse, que tiene materializado un ¿por qué no? en el ADN, es que esa misma semana los chicos y chicas de Presentes por el Escudo reaccionaron a la derrota con una apuesta imposible.  “No solemos apostar, pero en esta ocasión lo hicimos convencidos”, eso dice Alfredo Clavero, presidente de la peña. Pusieron un euro cada uno de ellos y tenían claro cuál iba a ser el resultado. Lo visualizaron junto al resto de zaragocistas: 1-4.
Y  llegó el día del partido en Montilivi. Unos doscientos blanquillos en ruta, gente la peña Parque Goya, Maluenda, Luceni, La Almunia, Utebo y muchas otras peñas zaragocistas junto con particulares que encendieron los motores de sus coches para arrancar la fe en la remontada. Rubén habla de lo que la gente les decía, “hay gente allí que nos decía que estábamos locos yendo, en Zaragoza también nos decían lo mismo” y subraya que “El Zaragoza vive en continuo romance con la épica, ¿por qué no iba a ser esta vez así?”.
 
Y empezó el partido. En el minuto dieciocho gol de penalti de William José, en el treinta y cuatro doblete del brasileño. Al descanso el Real Zaragoza había empatado la eliminatoria con gol de Leandro Cabrera. “Cada gol fue una losa para los gerundenses y una bocanada de aire fresco para 200 valientes que crecían y parecían 20.000, allí estábamos”, dice Rubén. A la vuelta, en el sesenta y siete José Fernández desató la locura y las escenas más emotivas que resume Alfredo diciendo “recuerdo lloros de alegría, sensaciones de alegría máxima y un respeto absoluto a los aficionados locales”. A partir de ahí quedaba ganar una apuesta y la tarde se redondeó con el gol solitario del Girona. La tormenta perfecta había viajado del Ebro al Oñar. 
 
Después ya vino la eliminatoria contra Las Palmas, el himno retumbando a viva voz por los cuatro rincones de la vieja Romareda, la tranquilidad del tres a uno y los últimos siete minutos de pesadilla en el Insular. Pero fue una tarde de junio en Girona donde el zaragocismo recuperó la fe, se levantó –como siempre- y anduvo hacia la reconciliación para seguir animando más alto, más fuerte, con el corazón cuando te falle la voz. Fue aquel un día inolvidable para archivar en el imaginario colectivo maño.
 
Antes de terminar, ¿qué ocurrió con el dinero de la apuesta?. Como no podía ser de otra manera se reinvirtió en azul y blanco, “nos prometimos reinvertir ese dinero en pagar el vuelo a Las Palmas”, apunta Alfredo. 
 
Mañana en el campo quedarán pocos de los de los de entonces, plantillas renovadas pero sobre el cemento del municipal las caras y los gestos serán los mismos, los únicos que perviven  golpe a golpe, gol a gol. Rubén cree en la victoria y en la buena racha que sigue el equipo, “si seguimos en esta línea y sumamos algo más de acierto en el ataque, podemos ir en el camino correcto, si no es así y caemos en el play off, ya sabemos lo que es, y sirva esta eliminatoria que estamos analizando como ejemplo de que el escudo pesa”. Lo que pesa es la afición que sostiene este escudo, la que cada jornada incansable sabe que los noventa minutos por vivir son a vencer o morir. 
 

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